1. El regalo de Pablo


    Fecha: 06/02/2018, Categorías: BDSM Autor: calvo30, Fuente: xHamster

    La pobre Elena llevaba una semana en un sinvivir. Tan pronto le ardía la pepitilla de lujuria desmedida como le entraba una angustia que hacía palpitar su corazón de forma desbocada. Estaba convencida de que a sus 42 años esa experiencia que su cuñado, amante y dueño le imponía no podía ser sana para su salud mental.Por otro lado, un instinto lascivo y a****l le impulsaba ardientemente a entregarse a aquella aberración sin meditar en las consecuencias que podrían seguirse.Al final le dijo a Eduardo que no lo haría.- Eres consciente de que serás castigada.- Lo sé.- Mañana por la tarde.- Si señor.El día siguiente era domingo. Fue a misa con su marido y con su hijo menor. Pablo, el mayor, que cumpliría 18 años en una semana, campaba por sus respetos y se negaba a tener relaciones con la religión.Su marido y su hijo se acercaron a comulgar y al regresar la miraron un tanto sorprendidos de que ella no hubiese cumplido con el rito dominical. Pero Elena era incapaz de confesar al cura su dilema. No había tenido empacho en confesar durante años su adulterio con su cuñado ni su entrega como esclava al mismo. Pero lo de ahora era demasiado.A las cinco salió de casa a su dominical partida de bridge con las amigas. Ni que decir tiene que sus amigas no sabían jugar a eso ni la habían visto ningún domingo desde hacía dos años.Andando por la acera según el consabido trayecto, paró a su lado el coche de lunas tintadas de Eduardo y subió a él. No la saludó ni le dijo nada, Ella se abrió de ...
    ... piernas para que su cuñado y dueño comprobase como siempre la ausencia de ropa interior y que el monte de Venus estaba perfectamente depilado.No había quedado muy convencido su marido cuando ella se sometió a fotodepilación, pese a su convincente argumento de que estaba harta de enseñar su coño en la peluquería para recortar los pelos que asomaban por los lados del bañador. Pero se había habituado.Se preguntó qué castigo la impondría Eduardo. Hasta ahora casi todos habían sido de tipo psicológico, ya que el contrato de sumisión que le firmó excluía cualquiera que pudiese dejar marca, definitiva o temporal, que pudiese detectar su esposo y por tanto destruir su convencional y respetable familia.El último castigo sufrido había consistido en prostituirse en la calle hasta recaudar 500 euros. El anterior había sido entregarla a una mujerona negra que la meó por todo el cuerpo. Eso lo conocía su confesor. ¿Qué sería hoy?.Eduardo condujo en silencio y como si ella no existiese. Salieron de la ciudad y por fin llegaron a un gran y siniestro caserón aislado por una alta tapia.Entraron y recorrieron un pasillo hasta penetrar en una sala acondicionada como una mazmorra y dotada de múltiples y sofisticados aparatos de tortura. A Elena no le impresionaron los aparatos. No se le podían dejar marcas. Lo que la espantó fue la presencia de tres hombres elegantemente vestidos, al igual que su dueño.Esa era su mayor pesadilla. Algo que mentalmente suplicaba que nunca hiciera Eduardo: Exhibirla ...
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