AQUELARRE
Fecha: 15/02/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: lib99, Fuente: RelatosEróticos
... con fruición. Esto a los que pude reconocer, porque entre el conjunto de anónimos participantes se desplegaba un inacabable repertorio de posturas sexuales. –Cariño –me reclamó Lilith, ronroneante–, ¿estás con nosotras? Te necesitamos… –Oh, sí, claro… Me agaché y posé mi mano en el coño de Salomé. Mientras la sacerdotisa se aplicaba en lamer y acariciar el cuerpo de mi compañera de estudios, yo me concentraba en estimular su sexo. Ayudado por el abundante jugo vaginal que lo empapaba, masturbé con toda la habilidad que pude reunir aquella palpitante grieta de carne. Salomé me miraba con un fuego feroz en los ojos. Animado por la notable dilatación introduje lentamente mis dedos en la vagina, hasta que media mano desapareció con facilidad en su interior. La mirada de Salomé me pedía más. Profundicé hasta la muñeca. Luego moví con suavidad la mano en su interior, penetrándola, logrando hacerla jadear con intensidad. Lilith aproximó su cabeza a aquel coño en ebullición y lamió el clítoris. Salomé estalló, moviendo sus caderas al compás del orgasmo, y sus músculos vaginales se cerraron sobre mi antebrazo como una presa. Cuando acabó extraje mi mano empapada por sus fluidos. Ella permaneció tumbada, saboreando los ecos de su placer, con el pecho aún agitado. Sus pequeñas y erguidas tetas subían y bajaban, relajándose paulatinamente. Lilith le acariciaba con ternura mientras entrelazaban sus lenguas, como dos gatas melosas. Yo me encontraba a cien, cachondo como un carnero en celo ...
... y sentía mi polla a punto de explotar. Me devoraba la imperante necesidad de metérsela a una de aquellas dos excitantes golfas y explotar en su interior; o me volvería loco. La verdad es que empezaba a sospechar que aquel par de diablesas me estaba utilizando como un objeto sexual para su exclusivo placer; lo cual, en principio, habría satisfecho cualquiera de mis onanistas fantasías. Pero en aquella situación, rodeado por la obscena atmósfera de concupiscencia, me estaba produciendo una desagradable ansiedad. ¡Necesitaba follarme a alguien! – V – –Es tú momento –se dirigió Lilith a mí, como si me hubiese leído la mente–. ¡Ven con nosotras! Ambas me tendieron sus manos y me dirigieron hasta el altar. Sobre él descansaban una daga de aspecto antiguo grabada con símbolos rúnicos, un plato de cerámica extrañamente ornamentado y un pañuelo negro de evidente uso ceremonial. Las dos mujeres se pegaron a mí y volvieron a manosearme. Salomé agarró mi polla y comenzó a masturbarme, mientras un dedo de Lilith se introducía en mi ano y estimulaba mi próstata. La sensación es indescriptible. Como si activaran un secreto resorte el orgasmo largamente contenido estalló, arrancándomelo de las entrañas. El abundante semen cayó sobre el plato que Lilith sujetaba delante de mi verga. –¡Eso es! –Dijo la sacerdotisa, mientras la mano de Salomé ordeñaba hasta la última gota de mi eyaculación–. ¡Dánoslo todo! Yo estaba extasiado, demasiado concentrado en mi placer como para intentar comprender lo ...