Un pervertido cuento de navidad (1 de 2)
Fecha: 17/02/2018,
Categorías:
Gays
BDSM
Autor: thescreamline, Fuente: CuentoRelatos
¡Zaaaas! La cuchara de madera repiqueteó en mis nalgas y ahogué un grito de dolor. El hombre gordo y barbudo lanzó su característica carcajada. - ¡Jo, jo, jo! - exclamó. - No has sido un niño bueno este año. - No, Santa - respondí, conteniendo las lágrimas. - ¿Sabes lo que le pasa a los niños malos? - preguntó. - No reciben regalos - contesté. - Pero tú recibirás varios - atinó a decir. - Aunque no van a gustarte. Y ¡zaaaas! Otra vez la cuchara dio con todo contra mis nalgas desnudas y mis ojos se llenaron de lágrimas. Estaba con las manos atadas a mi espalda, por unas muñequeras negras que funcionaban como esposas. Las había adquirido de un Sex-Shop. Como estamos en época navideña, Dorian, mi ligue para encuentros sexuales extremos, se tomó la molestia de conseguir un traje de Santa. Cuando me habló sobre su idea, me pareció un poco dudosa. - ¿Quién se podría excitar con Santa? - le pregunté. - Es precisamente lo morboso del asunto - respondió. - Que no te resulte atractivo a la vista. La expresión de mi rostro no se modificó. Continuaba pareciéndome extraño tener sexo con Santa. - Este será un viejo bastante pervertido, te lo prometo - anunció, dirigiendo a cambiarse al baño, sin que me quedara dudas de que lo iba a hacer de todas maneras. No opuse más resistencia. Dorian siempre es creativo a la hora de descubrir perversiones que nos enciendan a ambos. Decidí darle la oportunidad. Cuando salió vestido de Santa, me desnudó por completo, me ató las manos y tomó la cuchara de ...
... madera. Así empezó la diversión. Contrario a lo que yo hubiera imaginado, mi miembro estaba totalmente erecto. Señal que la situación me estaba calentando en demasía. - Déjame preguntarte algo - dijo Santa. - ¿Has tenido otros Amos aparte de mí? - Sí - respondí. - Bien, bien - contestó. - Vas a redimirte conmigo entonces. - ¿Cómo? - Quiero que me cuentes una historia de sumisión que te haya pasado en alguna Navidad - me desafió. - ¿Tienes una? Sonreí. Claro que tenía una muy buena. - La tengo - respondí. - Espero que sea buena, niño - dijo. - Porque te daré con la cuchara en las partes que me aburra. Y por si no había quedado en claro el punto, volvió a pegarme con todas sus fuerzas. Dolió tanto que tardé unos segundos en poder recuperarme del dolor. - ¡Jo, jo, jo! - se burló. - Esas nalgas rojas sí se pueden apreciar, ¿eh? Cuéntame, ¿hace cuánto sucedió? - Serán unos diez años - respondí, sin recordar muy bien. - Yo creo que andaba por los 20 años. - ¿Y quién era él? - Se llamaba Carlos. Era un actor del teatro local al que conocí por un amigo en común, con quien por ese entonces me andaba acostando. Su amigo y yo terminamos, no de una buena manera, y cortamos nuestro vínculo un 20 de diciembre. Yo estaba triste y él consideró que era una buena oportunidad para hablarme. - Martín es un inmaduro - me dijo, como para sacarme el tema. - Y no sabe lo que quiere. - Que no sepa lo que quiere no lo justifica a comportarse como un idiota - le respondí. Honestamente, no recuerdo qué ...