Patio trasero, patio de juegos
Fecha: 21/02/2018,
Categorías:
Voyerismo
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... tarde, y alguna otra cosa que no tenía ningún interés para mí en ese momento. Ahí estaban ellas, en su mundo. Nuevamente se habían acercado a la pared, lo que me permitía volver a verlas completamente. Ahora, la morenita estaba con la espalda contra la pared y seguía con los pantalones a la mitad del muslo. La más alta estaba de rodillas, frente a ella, besándole el coñito. La morenita tenía las piernas separadas y la espalda arqueada hacia atrás, dejando que su amiga le hiciera todo lo que quisiera, o lo que se le ocurriera. Cada tanto, la más alta usaba sus manos para separarle más los muslos, cogerle fuerte las nalgas, para frotar los dos coñitos y hasta me pareció que intentar meter algún dedito. La morenita le respondía acariciando suavemente la cabeza de la más alta y a veces, atraía la boca de su compañera más cerca empujando ritmicamente las caderas hacia adelante. Como siempre, llegó el cambio de turnos. La más alta se puso de pié y pude ver su culito, delgadito y blanco como la leche, pero bonito. Se bajó más los pantalones, hasta las rodillas. Tomó a la morenita por los hombros y la empujó hacia abajo, dejándole la cara a la altura de su coñito, con los pies en el suelo y las rodillas flexionadas. Le tomó la cabeza por detrás de las orejas y empezó un movimiento frenético de coito sobre la cara de la otra niña. Se notaba que apretaba con fuerza porque se le tensaban las nalgas con cada embestida y arqueaba la espalda hacia adelante, como si tratara de follarle ...
... la boca a la morenita con su coñito. Por primera vez, la más alta volteó hacia ambos lados, tratando de asegurarse de que nadie las veía. En todo el tiempo, calculé que más de cuarenta minutos, ninguna de las dos había tenido en cuenta que alguien podría pillarlas en sus juegos o que 'alguien' lo hubiera visto todo. Por su posición, la morenita parecía que estaba a punto de orinar, con los pantalones en los muslos y las piernas flexionadas. Se sujetaba de los muslos de la más alta para no caerse de culito. Su coñito era bastante abultadito y al menos desde los doce o quince metros que me separaban de ellas, no se veía ningún pelito. Cada unos segundos, la más alta recorría con la mirada a su alredeor, sin parar de frotar su coñito rápidamente contra la cara de su amiguita. Cada vez que miraba hacia mi ubicación, notaba que tenía el rostro rojo como un tomate, la frente le brillaba por el sudor y tenía algunos cabellos pegados a la cara. De pronto la más alta dió un vistazo rápido al lugar donde habían empezado los juegos, se tomó los pantalones y se los subió hasta la cintura. Levantó a la morenita y también le subió los pantalones, la cogió de la mano y la hizo seguirla hasta el claro, casi enfrentado a la primera ventana de mi casa, a la que me pasé enseguida. Sin soltarla, comenzó dar algunos pasos mientras recorría el suelo con la vista, hasta que encontró lo que buscaba: el palito que habían arrojado cuando apareció la moto. Rápidamente se acercó al lugar y lo cogió del ...