1. Patio trasero, patio de juegos


    Fecha: 21/02/2018, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... hacia adelante para inspeccionar más de cerca el coñito que le mostraban, y unos segundos después me pareció que la más alta retiró una de sus manos del pantalón y la acercaba a su coñito mientras arqueaba la espalda y empujaba la pelvis hacia adelante, mostrando todo lo posible. Luego se subió los pantalones y dijo algo con el gesto del secreto. La morenita, a quien yo veía casi completamente encogió los hombros y la más alta alargó las manos hasta el elástico de los pantalones de su amiga estirándolo hacia ella y asomando la cabeza dentro de los pantalones. Estudió el coñito durante un instante y sujetando todavía el elástico con una mano, con la otra empujo a la morenita un poco hacia atrás. Entonces, y sin previo aviso, la más alta metio la mano libre en el coño de la morenita, que en respuesta dio un salto hacia adelante y sacó el culito hacia atrás, alejando a la invasora. La más alta insistió con este juego durante un buen rato, hasta que consiguió que la morenita, ya más acostumbrada a la sensación, se dejara hacer, todavía de rodillas en el suelo e inclinando la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados. -Vaya-, pensé, -parece que ya le va cogiendo el gustillo-. Parte 3 Seguían de rodillas, una frente a la otra y una vez más, la más alta tomó la iniciativa. Se bajó los pantalones hasta la mitad del muslo e hizo lo mismo con la morenita. En esta última si noté que los pantalones habían llegado casi al suelo con braguitas y todo, porque en ese momento pude ver el ...
    ... culito de la morenita, redondo y paradito y algo más pálido que su rostro y sus manos. La más alta tomó la mano de la morenita, la llevó hasta su coñito y le indicó como moverla. Puso su propia mano en el coñito de la morenita y al segundo se besaban y tocaban la una a la otra, con algo de torpeza, pero muy concentradas. -¡TILILILILI!- sonó el teléfono y yo dí un salto hasta el techo. Estaba tan concentrado en el espectáculo que sin saber me ofrecían aquellas niñas que había perdido la noción del tiempo. -¡TILILILILI!- insistía la campanilla. No quería perderme detalle de qué pasaba ahí fuera pero debía contestar. Podría ser algo referido a la mudanza. -¿Diga?-respondí. Era mi esposa, que me llamaba como era habitual para saber como estaba y si había tenido alguna novedad de la dichosa mudanza. Me sentía raro, desorientado. Como si hubiese estado en otro mundo durante un rato, o en un sueño de esos muy vívidos y me hubieran despertado de golpe. Mi esposa notó que algo extraño me pasaba, pero me disculpé diciendo que me había quedado dormido mientras leía en el sofá y que el teléfono me había sobresaltado. No quería ser grosero con ella, pero quería cortar de inmediato para volver a espiar aquellos juegos que ya pasaban de eróticos a claramente sexuales. Ni en mis fantasías más oscuras me había imaginado nunca presenciar algo así. Por fin nos despedimos y corté, corriendo como un rayo hacia la ventana. Lo último que mi esposa me había dicho era que volvería, como siempre, por la ...
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