1. Patio trasero, patio de juegos


    Fecha: 21/02/2018, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Caminaba hacia la habitación, para seguir empacando algunas cosas en cajas cuando desde el patio trasero escuché algunas risillas y voces chillonas. Me acerqué a la ventana y vi a dos niñas, de unos once o doce años, que caminaban de un lado al otro. En una de esas idas y venidas, la más alta ubicó a la morenita de modo que la espalda de esta quedó contra el paredón, se acercó y la besó en la boca. Parte 1 Eran casi las 11 de la mañana, y como estabamos ya en los últimos días de marzo, el clima era muy agradable y hacía mucho sol. Me serví la segunda taza de café del día y abrí todas las ventanas de la casa para ventilar. Y por todas me refiero tanto a las de calle, como a las que comunicaban con el patio trasero. Estas últimas no se abrían nunca porque, a continuación del pequeño patio, había una calle interna y luego un terreno que terminaba en un paredón. Ese terreno debía ser un pequeño parque compartido, pero nunca se terminó, y muchos aprovechaban esa calle interna para pasar por allí y arrojar todo tipo de basuras y desperdicios. Así es que de allí venían a veces olores insoportable, insectos e incluso personas que se metían allí a buscar cosas entre la basura, masturbarse y hasta follar. En fin, tanto el patio, como un pequeño cuarto de lavado que estaba junto a la puerta de salida habían quedado sin posibilidad de ser usados, ante semejante situación. Y este era uno de los motivos por los que mi esposa y yo estabamos en pleno proceso de mudanza. Caminaba hacia la ...
    ... habitación, para seguir empacando algunas cosas en cajas cuando desde el patio trasero escuché algunas risillas y voces chillonas. Me acerqué a la ventana y vi a dos niñas, de unos once o doce años, que caminaban de un lado al otro. Se veían bastante mal vestidas, con ropa demasiado grande para sus cuerpos, además de sucias. Una usaba zapatos y la otra zapatillas, pero las dos tenían pantalones deportivos largos y sudaderas. Me quedé mirándolas porque me pareció extraña la forma en que se comportaban. Una de ellas, un poco más alta y de cabellos más claros que la otra, parecía dominar alguna clase de juego, y caminaba de un lado para otro llevando a la otra niña, más morenita, de la mano. Me intrigó que sería aquello que hacían, por lo que me ubiqué mejor, resguardándome de su vista tras una cortina, y seguí mirando. En una de esas idas y venidas, la más alta ubicó a la morenita de modo que la espalda de esta quedó contra el paredón, se acercó y la besó en la boca. Me quedé de una sola pieza, como congelado. -¿Pero esto qué es?-, pensé. El beso duró unos cinco o seis segundos y al apartarse la más alta, la morenita se limpio la boca con el antebrazo derecho. Con amplias sonrisas se dijeron algo e inmediatamente cambiaron posiciones. Esta vez la más alta quedó contra la pared y la morenita se acercó a besarla. No me había dado cuenta hasta ese momento que la más alta llevaba un palito en la mano, algo más fino que un palo de fregona y como de treinta centímetros de largo. ...
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