Patio trasero, patio de juegos
Fecha: 21/02/2018,
Categorías:
Voyerismo
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... Siguieron con el juego del beso unos tres o cuatro turnos más, y entonces la más alta decidió cambiar: tomó a la morenita por los brazos, la hizo girar y se colocó detrás de ella. La más alta colocó el palito de tal manera que quedó una punta contra su coñito y la otra en el culito de la morenita. Así ubicadas, la más alta comenzó a hacer el inconfundible movimiento del coito, mientras que la morenita se dejaba hacer, volviendo de vez en cuando el rotro hacia su amiga con una gran sonrisa. De nuevo cambiaron, siempre por aparente decisión de la más alta: el palito quedó esta vez entre el coñito de la morenita y el culito de la otra niña. Aunque ambas quedaron casi de espaldas a mí, y no pude ver muchos detalles, era evidente que el movimiento que hacían era muy sexual y en este caso las dos niñas se movían bastante hacia adelante, hacia atrás y hacia los lados. Parte 2 Mientras veía aquellos juegos me sentía inquieto, como un niño haciendo una travesura, y por supuesto muy alterado por el morbo que me producía la escena. ¿Habría algún otro vecino viendo lo mismo que yo? ¿Quiénes serían esas niñas? ¿Qué otros juegos acostumbrarían jugar? ¿Quién les habría enseñado a hacer eso? Las niñas seguían a lo suyo, como si nadie más existiera. Se turnaban aplicando el palito, a veces coñito con culito, o coñito con coñito, y cada tanto la más alta le daba un lento beso a la morenita que se dejaba llevar sin perder la sonrisa. A lo lejos se oyó el ruido de un vehículo y a los pocos ...
... segundos se hizo claro que se trataba de una moto. El sonido era cada vez más fuerte pero reducía su velocidad. Al parecer la moto estaba entrando al callejón y las niñas lo notaron. Arrojaron el palito y corrieron a esconderse detrás de un arbusto bastante alto que se encontraba a unos metros. El hombre que conducía la moto pasó sin verme a mí ni a las niñas y se detuvo un poco más adelante para arrojar una gran bolsa que llevaba entre las piernas. -¡Ála, más basura!- me dije a mí mismo. Luego siguió su marcha y desapareció. Yo ya no podía ver a las niñas desde donde estaba, así es que me cambié a la ventana de otra habitación, que aunque estaba más alejada del arbusto donde se habían escondido las niñas, me permitía un mejor ángulo. Si bien la vista no era perfecta, el arbusto que no era otra cosa que maleza creciendo sin control, estaba un tanto reseco y me dejaba adivinar por las siluetas los movimientos que no veía. Ahora, ambas estaban de rodillas en el suelo, una frente e la otra. La más alta le hablaba a la morenita al oido, cubriendo la comunicación con sus manos con el clásico gesto de 'decir un secreto'. La morenita respondía cada tanto moviendo la cabeza con un sí o un no, y a veces también le 'decía un secreto' a su compañera de juegos. De pronto parecieron ponerse de acuerdo en algo y la más alta se bajó los pantalones con ambas manos por delante y le hizo un gesto a la morenita señalándole con la cabeza lo que había dejado a la vista. La morenita se inclinó un poco ...