1. Incienso quemado


    Fecha: 26/02/2018, Categorías: Transexuales Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... desnudas, salvo por algún que otro complemento de lencería –unas medias por aquí, unas ligas por allá, zapatos de aguja-, ocultos sus rostros por sendos antifaces. -Aquí viene lo bueno –señaló Benito con regocijo-. Al darse la vuelta la esbelta rubia mostró el gran consolador de plástico que colgaba sujeto a su pubis mediante un arnés atado a sus caderas, mientras que la morena de rotundas curvas lucía entre sus muslos un auténtico y carnoso pene de oscura piel coronado por un sonrosado glande que entresalía del prepucio. -Buena dotación –murmuró el religioso italiano admirando el relajado miembro de la hermosa transexual-. -Sí –confirmó el español-. La golfa es todo un cañón. Y la rubia también está de toma pan y moja. Hay que reconocerle a nuestro piadoso hermano su buen gusto. Si tuviera que escoger entre las dos no sabría por cual decidirme… ¡Las dos están para hacerles un favor! Paolo le acompañó en la estentórea carcajada que vomitó tras el comentario, aunque su mirada se desvió hacia la puerta del despacho, tras la cual imaginó al joven secretario ocupado en sus tareas y enfundado en el elegante clergyman que tan bien se ajustaba a su atlético cuerpo, sintiendo un cosquilleo en la entrepierna. -¿Es ella? –Preguntó retornando su atención hacia la pantalla-. -¿El travelo? Sí –contestó Benito entre otra de sus risotadas-. Primero le robó y le dejó en ridículo en el asunto aquél del hotel y, cuando nuestro flamante hermano pensaba que iba a poder vengarse, va la tía, ...
    ... conchabada con la rubia, una investigadora que el propio Antonio había contratado para localizarla, y vuelve a darle por el culo… ¡literalmente! Le amenazaron con hacer pública la grabación si no les pagaban y, después de ceder al chantaje -un pico, por lo que he oído-, las muy cabronas lo colgaron en Internet. ¡Me encanta! En el video la mujer rubia se colocaba ante la cara del maniatado obispo, elevaba su rostro e introducía lentamente en la boca el consolador que enarbolaba sobre su coño. Sin variar el gesto de estulta sumisión –y tras, quizás, un atisbo de impotente rebelión en sus vidriosos ojos- el hombre comenzó a mamar el trozo de plástico siguiendo dócil las indicaciones de la mujer. Tras él la trans embadurnaba sus manos con aceite corporal para luego extendérselo a lo largo de su propio pene, frotando con fruición fuste y glande, provocándose una erección. Después lanzó un chorro entre los glúteos de su prisionero que, abiertos por la forma en que se hallaban atadas sus piernas, permitían observar la velluda trinchera en cuyo valle destacaba, aún contraído, el anillo de carne de su ano. -¡Qué cerrado está este agujerito! –Comentó ella irónica- Habrá que hacer algo para que se abra para mí. Dicho lo cual sus dedos acariciaron la entrada del esfínter lubricando con el abundante aceite que hacía brillar el culo del religioso. Según el ano dilataba, Iliana penetró en él con uno, dos, tres dedos, provocando los primeros gemidos en el hombre, cuya boca seguía saturada por el ...