Desvirgamos a la hija de la sirvienta
Fecha: 28/02/2018,
Categorías:
No Consentido
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... fue una tarea sencilla porque la tenía re apretadita, y no le entraba ni la puntita. Mi mujer olía la sábana meada, y alucinaba entre gemidos agudos, temblores, escalofríos y orgasmos mientras se colaba dedos en la chuchi y le decía a Celeste: ¡dale nena, comete esa pija con tu concha mamita, quiero escucharte gozar, gemir, saltar y coger como una putita! Pero a Celeste le dolía demasiado. Belén se incorporó para chuparle las tetas cuando mi pene hacía esfuerzos por instalarse en su almejita, mis manos se llenaban con sus glúteos saltarines y mis oídos con sus quejidos de placer y dolor a la vez, los que Belén buscaba atenuar con un pañuelo en su boca. Luego se sacó el topsito y franeleó sus tetas imponentes contra las de la mocosa, y entonces ahí sí mi pija le entró de golpe, toda y de un empujón que multiplicó la potencia de sus gemidos. Ahora la guacha brincaba sobre mi carne para tenerla bien adentro, al tiempo que yo sentía que algo caliente resbalaba por mis piernas. Belén tuvo que contenerse de no acabarse encima cuando me dijo que eran jugos con hilitos de sangre. Mi pene gobernaba impetuoso a su sexo mientras Belén le rozaba el ano con un dedo, el que ensalivaba previamente en su boca, al tiempo que le decía: ¡viste que ...
... sos virgen boludita?, te sangra la vagina mi amor!, y le comía la boca. ¡¿querés sentir toda la lechita de mi macho bien adentro zorra, querés que te la llene toda?!, le decía cada vez más sacada, dándole la erección de sus pezones a su boca para que se los chupe, tironeándole el pelo y sin dejar de besarla. Yo no pude dilatarlo más, y se la largué toda en unos bombazos que la sacudieron con magníficas estampidas contra mi pubis. No sé cómo fue que la guacha se vistió tan rápido para salir del cuarto. No debíamos despertar sospechas. Solo que Belén no le devolvió su bombacha, y le dijo que su madre tendería nuestra cama, la que durante un tiempo conservó el aroma del cuerpito de la nena. Susana nos dijo que las sábanas estaban sucias, pero Belén le prohibió cambiarlas cuando entró a limpiar el dormitorio. Ni siquiera supo que en el montón de ropa sucia que llevaba en sus brazos para el lavadero estaba la bombacha de su hija. En ese momento Belén me regresó los testículos a su lugar al confiarme que la piba toma pastillas anticonceptivas. Pasaron 2 horas hasta que le pagamos a Susana, y tanto Belén como yo las vimos marcharse, como si nada hubiese pasado. ¡si supiese la empleada que le devolvimos a su hija recién estrenadita! fin