1. A la orilla de la carretera


    Fecha: 28/02/2018, Categorías: Confesiones Autor: arandi, Fuente: RelatosEróticos

    ... disfrutarlo, pues incluso lo animaba. Pero más tarde notó el asco en la cara de su mamá cuando ella le mamaba la verga al tipo. Era obvio que ella no lo hacía de buena gana. Lamentablemente, aquel cerdo se dio cuenta de que mi amiga los estaba espiando y rápido fue tras ella. El maldito la violó a ella también. Mi amiga, en llanto, me dijo que había sido una experiencia traumática. Que, pese a que no era virgen, le había dolido mucho cuando él la penetró pues aquel hombre tenía un pene enorme y tosco. La lastimó. Me confesó que, incluso, la había penetrado también por el ano y que, aunque ya habían pasado varios días, aún lo podía sentir clavado en ella. Yo ni siquiera me imaginaba como sería eso. Ya de por sí me daba miedo el cómo sería mi primera vez de manera normal, ahora que me la metieran por un orificio que no era para eso, debía de ser horrible. Tras consolarla Eva dejó de llorar. Para olvidarnos de aquel cruel evento platicamos de otras cosas. De la escuela y así. No pude reprimir mi curiosidad y le pregunté sobre su embarazo. Hacía unas semanas, ella me había confesado que se había dado cuenta que su periodo se retrasó y temía estar embarazada de Eduardo, el ultimo chico con quien se había acostado. La verdad, la primera vez que me contó de él le tuve envidia pues el chico está guapísimo. Sea como sea, la acompañé a comprar una prueba de embarazo casera y ambas la llevamos a cabo en su cuarto de baño. Salió positivo. Eva estaba muy preocupada pues no sabía cómo ...
    ... iba a decírselo a su mamá. Era obvio que se enfadaría muchísimo. Su mamá no tenía ni idea de que su hija ya sostenía relaciones sexuales. —Mi mamá cree que aquel hombre fue quien me dejó preñada tras violarme —me dijo en susurros. —¿Y qué vas a hacer? —le pregunté. —Pues no sé. La verdad ya todo se veía fácil. Mi mamá estaba de acuerdo en que abortara al creer que el padre fue aquel cerdo miserable. Pero ahora me siento encariñada con mi bebé. El saber que puedo traer un niño tan hermoso como Eduardo, no sé, me hace sentir feliz. Sé que va a ser un niño bien lindo. —Sí, yo también lo creo —le dije acariciando su pancita, ambas nos reímos—. Pero apoco te vas a echar el paquete tú sola. —No, claro que no —me contestó, aunque sin verme, parecía que miraba a alguien más. —Entonces, ¿le vas a reclamar a Eduardo que se haga responsable? —Ja... ya parece que se va a hacer responsable. Ya sabes que anda con unas mil. La verdad el chico era muy cotizado en la escuela. —No, él no. Pero, ¿sabes? Hay un doctor que me ha estado viendo con mucha atención desde que tomamos turno mi mamá y yo aquí en el hospital. Creo que le gusto —me dijo. Fue en ese momento que me percaté que mi amiga había estado coqueteando con un joven pasante que estaba a unos pasos de nosotras. Ya debería tener como veintitantos años, y se veía de buen ver. Por su aspecto debería tener poco de estar haciendo su servicio en el hospital. Pude ser testigo cómo aquel hombre le sonreía a mi amiga en clara respuesta a sus ...
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