Mi madre estaba muy necesitada
Fecha: 02/03/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... el suéter... ¡Tengo tanto calor! Y se quedó solo con el tanga, esta vez boca arriba. Me dediqué a masajear todo su cuerpo, con acciones suaves, arrancando gemidos de su garganta. Ahí fue perdiéndose en el placer, apartándose de la realidad y olvidándose por completo que era su hijo quien le estaba dando el placer. Dedicaba una mayor atención a sus tetas y a los alrededores del coño. Mi madre ya hervía, moviendo el culo de un lado a otro. Y ya no pude más. Un dedo se metió dentro de su tanga, masajeando su rajita. El aceite hacía maravillas. En menos de dos segundos se humedeció completamente. Con la mano que me quedaba libre bajé suavemente el tanga. Mientras me iba desnudando introduje un dedo en su interior, mientras que seguía masajeando el clítoris con el pulgar. Me fue muy complicado desnudarme con una sola mano. Seguí así hasta introducirle tres dedos en total, sin parar de rozar su clítoris. La besé, primero con los labios, luego con la lengua; Ella me correspondía con sus ojos cerrados, en su mundo de placer. Cuando me vi libre de toda vestimenta me coloqué sobre ella, con mi polla como un obús y embadurnada del aceite de la mano que me quedaba libre, apuntando directamente a su coño, pero sin dejar de acariciar su botoncito del placer. Fui sacando poco a poco los dedos sin retirar mi pulgar, uno a uno, hasta quedar otra vez sus entrañas libres. Y en ese mismo instante la empalé de un solo empujón. Instantáneamente volvió a la realidad, dando un enorme grito de ...
... placer. Sus ojos se abrieron como platos, y me vio a mí sobre ella, iniciando suavemente el vaivén dentro de su interior. Me miraba con desconcierto, porque era su hijo quien la estaba montando, porque era su hijo quien la estaba besando, porque era su hijo quien le susurraba palabras de amor al oído, y porque era su hijo quien le estaba dando más placer del que jamás había sentido. Pero duró unos pocos segundos. El placer era demasiado grande y pronto cayó otra vez en éxtasis. El movimiento se hizo paulatinamente más vigoroso hasta convertirse en unas penetraciones bestiales, como si la estuviese violando. Y tan solo unos minutos después se había corrido entre escandalosos gritos. Jadeábamos entrecortadamente como dos animales. Dos minutos más tarde mi madre se volvió a correr. Quizás el haber calmado en parte su apetito sexual le permitió reaccionar. - Cariño... para, cariño... - ¿Qué ocurre mamá? - Nada mi amor, nada... es que no quiero que te corras dentro de mí y me dejes embarazada... tú déjame hacer a mí... Se giró abrazada a mí, dejándome bajo su cuerpo. Siguió besándome, primero en los labios y luego recorriendo mi cuerpo hasta llegar a mi desafiante prepucio. Comenzó a chuparla, subiendo la lengua desde mis huevos hasta la punta del glande para luego bajar, varias veces. La última vez que bajó la introdujo toda en su boca, hasta llegar a su garganta. Y comenzó con su boca el mismo movimiento que yo había realizado en su interior. No paró hasta que consiguió exprimirme. ...