El niñero: Pelea injusta
Fecha: 03/03/2018,
Categorías:
Gays
Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues
“-Te lo puedo explicar… -dije sin siquiera saber cómo rayos iba a explicar por qué mis manos estaban en las nalgas de James y mi verga en su boca. Me sentí estúpido por no haberle puesto el puto pestillo a la puerta”. 2° http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-34675.html -Buena suerte intentándolo -dijo Eduardo con los ojos muy abiertos. Tenía razón, pues no sabía que decir. James dejó lo que hacía y se hundió entre las sabanas dejándome toda la responsabilidad. Eduardo cerró la puerta vigilando que nadie se hubiera dado cuenta de lo que estaba sucediendo, y entró. -Me había levantado a orinar debido a que había tomado mucha bebida -comenzó-. Y cuando salí del baño sentí un fuerte ruido de la cama y pensé que te había sucedido algo. No pensé que ese “algo” tuviera nombre y apellido. -Yo… -Las palabras no salían de mi boca. -No es necesario que digas nada -se alejó sonriente-. Su secreto está guardado, pero mi silencio tendrá un precio. -Te pago lo que quieras- dije con desesperación. Si esto se llegaba a saber… Uf… No lo quiero ni imaginar. -No quiero dinero -respondió-. Mañana hablaremos con más calma. Nos miró por última vez, sonrió complacido, y se fue. Fue en ese momento en que me di cuenta que no estaba respirando. Aspiré una bocanada de aire que llenó completamente mis pulmones. Mi corazón latía descontroladamente. James surgió de entre las sabanas con su rostro más pálido que de costumbre. -¿Qué querrá a cambio? -preguntó al fin. -No lo sé -dije aun en estado de ...
... shock-. Pero esto no va a terminar bien. Después de unos minutos, James se fue a dormir junto con los otros chicos. Me quedé pensando unos minutos más, hasta que el agotamiento me venció. Al otro día, Eduardo nos saludó como si nada hubiese sucedido. Era muy desconcertante que se comportara con tal indiferencia después de lo que había sucedido la noche anterior. James y yo no nos atrevíamos ni a hacer el menor contacto. Nos comportábamos como si fuésemos unos perfectos desconocidos. Por otra parte, me incomodaba estar cerca de Eduardo, todo mi cuerpo se tensaba ante su presencia, aunque él se comportara como si nada. En la tarde fuimos al pueblo a jugar un poco de Pool. Por unos momentos se me olvidó todo lo sucedido y nos distrajimos unos instantes. Nos quedamos toda la tarde, hasta que al anochecer emprendimos el camino de vuelta. Cuando llegamos a la cabaña, Eduardo habló: -Benja, James ¿Me pueden ayudar con algo? -Su voz sonó fingidamente angelical-. Por favor. -Eh, sí claro -respondí. -B-bueno -tartamudeó James. Comenzamos a caminar. Eduardo iba en frente, James y yo sólo lo seguíamos sin atrevernos a romper el silencio. Caminamos lo suficiente para que la noche nos cubriera de los ojos de extraños, y se paró de súbito. Se giró con una extraña sonrisa y habló: -Ya, relájense -dijo al vernos tan intimidados-. No los asesinaré ni voy a amenazarlos. -No había pensado lo primero -dije intentando sonar simpático-. Pero qué bueno que lo aclaras. -Entonces, ¿Por qué nos traes ...