El niñero: Pelea injusta
Fecha: 03/03/2018,
Categorías:
Gays
Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues
... lograría tener una visión así. James y Eduardo me despertaron y me sacaron de la tina. Cada uno tomó una parte de la toalla y me envolvieron con ella, secando cada centímetro de mi cuerpo. No fue necesario mayor estímulo para que mi pene se hiciera presente con una notable erección. - ¿Están todos durmiendo? -pregunté en un lapso de lucidez. -Sí -respondió James-. Son las 3:25 de la mañana. -Tenemos todo el resto de noche para follar -dijo Eduardo. Pero antes de que todo pasara a mayores y me abandonara a la lujuria, corrí hacia la puerta y le coloqué cuanta cosa que encontré para sellarla. No iba permitir que nos descubrieran otra vez. Cuando estuvo todo listo, me dirigí hacia esos dos quinceañeros rebosantes de hormonas y me entregué a su voluntad. Era una pelea muy injusta: dos contra uno, pero era tan injusta como deliciosa y placentera. Era momento de igualar condiciones y partí con Eduardo. Junto con James, nos acercamos y comenzamos a desnudarlo. Probé sus labios y me derretí en ellos cuando comprobé lo bien que besaba. Un suave aroma a menta provenía de su boca, lo que encontré sumamente sexi. Mientras James tomaba mi lugar, comencé a descender para desabrochar su pantalón. Un considerable bulto cruzaba su zona pélvica, lo que encendió mi curiosidad. Con avidez y apuro, logré quitar su pantalón y dejé libre un hermoso y recto pene, ligeramente cubierto por un suave prepucio. James detuvo lo que hacía para contemplar ese trozo de carne y esas suaves y ligeramente ...
... morenas bolas. - ¿Hace cuánto que no descargas? -preguntó James-. Tienes unas bolas muy gordas. - Siempre han sido así -respondió Eduardo-. Son bolas de macho. Mi cuerpo se estremeció cuando dijo eso. Una vez que Eduardo quedó completamente desnudo, continuamos con James. Nuestras manos iban y venían, al igual que los jugosos besos. Estaba al borde de la locura con tantos estímulos. James y yo, decidimos que era momento de probar mejor la mercancía, y descendimos a la altura del miembro de Eduardo. James me ganó el lugar, y se fue de lleno al glande. Eduardo enroscó los dedos de los pies. Yo, mientras tanto, comencé a jugar con sus gordos huevos. Y así nos fuimos alternando. Eduardo se llevaba las manos a la boca para no emitir ruidos fuertes cada vez que succionaba su glande. Luego fue el turno de James. Yo ya conocía su cuerpo por lo que me lancé sin timidez. Pero Eduardo, que era la primera vez que participaba, procedió dubitativo. Lo animé a que continuara y le dije que me imitara. En cuestión de minutos, ya mamábamos juntos la verga de James. Era muy excitante chupar de a dos, ya que nuestras lenguas se encontraban sellando un erótico beso con un trozo de carne en medio. Por último, fui yo el centro de atención. Me senté con las piernas abiertas, y pronto ya tenía a dos hermosos especímenes lamiendo y chupando mi entrepierna. Una corriente eléctrica recorría mi cuerpo cada vez que sus lenguas tocaban mi piel. Tanto mi pene como mis testículos tenían atención, lo que producía ...