En el coche
Fecha: 03/03/2018,
Categorías:
Voyerismo
Autor: Suede, Fuente: SexoSinTabues
... tu boca, tu caliente y húmeda boca. Cuando te pareció bien, decidiste que ya era suficiente el tiempo dedicado a mi polla, por lo que la agarraste con una de tus manos y comenzaste a bajar en dirección a mis huevos. Empezaste a besarlos poco a poco, con delicadeza, para seguidamente introducirte uno de ellos en tu boca y volver a llevarme al éxtasis. Te tomaste tu tiempo saboreando, lamiendo y jugando con mis huevos dentro de tu boca. En un momento dado decidiste cambiar de postura, apoyando tus rodillas sobre el asiento trasero, subiendo tus caderas y hundiendo tu cara entre mis piernas para lamer la parte más baja de mis huevos y comenzar a estimularme con la punta de tu lengua el perineo. Eso me hizo soltar un suspiro a la vez que cerraba los ojos y me dejaba llevar. Tuve la sensación de que se paraba el tiempo, no quería que aquello se acabara, pero comenzaba a sentir la necesidad de hacerte saber que debías bajar el ritmo pues si seguías así no iba a tardar mucho en correrme. Abrí los ojos y lo que encontré delante fue algo que hizo que mi excitación creciera y el morbo de disparara. Lo que pude ver fue lo que se reflejaba en la ventanilla del coche, tú a cuatro patas con el vestido remangado hasta la cintura, con tu culo y tu coño en primer plano, tu coño brillante – debías de estar empapada – y tus piernas algo separadas como queriendo mostrar tus encantos. En un segundo plano y fuera del coche aparecía el mirón - que por un momento y gracias a tus habilidades me ...
... habías hecho olvidar su presencia – el cual había abandonado el arbusto donde se ocultaba y se encontraba a poco más de un metro de la ventanilla del coche donde veía justo delante de sus narices todo lo que le estabas mostrando mientras se acariciaba el voluminoso bulto que se intuía bajo el pantalón. El mirón era un hombre de unos 45 años, alto de complexión fuerte y bien vestido. Se encontraba inmóvil justo delante de la puerta a la cual dabas la espalda. Tú seguías a lo tuyo, recreándote en mis huevos y masturbándome a la vez con una de tus manos. Yo en cambio, comencé a sentirme extraño e incómodo de nuevo, aunque el verte tan activa y viendo la brillantez de tu coño reflejado en la ventanilla de la puerta del coche, me hacía estar algo más tranquilo al observar que estabas disfrutando del momento. Decidiste que ya me lo habías hecho pasar bastante bien por lo que te incorporaste y te sentaste. Giraste la cabeza a tu izquierda y te encontraste de bruces con nuestro inesperado “vecino”. Al ver que girabas la mirada hacia el extraño pensé que sería hora de irnos, pero mantuviste la mirada durante unos segundos para seguidamente volverte hacia mí y decirme: - ¿Estarás contento, no? - ¿Qué quieres decir? – respondí algo confuso - El de ahí afuera me acaba de ver todo el coño. Es lo que siempre has fantaseado, ¿verdad? Tenías razón, siempre te había comentado que me ponía mucho imaginar que te veían desnuda, pero era solo eso, imaginar. Para ser sincero no me encontraba muy a ...