1. Historia del Chip 012 - Escarceos - Irma 002


    Fecha: 12/03/2018, Categorías: Grandes Relatos, Lesbianas Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... No llevaba sujetador. Estaba en el bolso. Salía de casa con él puesto, debía quitárselo antes de llegar a clase. No lo necesitaba por la firmeza de sus senos, aunque Galatea, con pechos menores, siempre lo llevaba puesto. Irma sabía que había un sutil control. Sin darse cuenta, le excitaba ir con los pechos sueltos y tenía buen cuidado de moverse con lentitud para rozarse lo menos posible con los tejidos de algodón que solía llevar. El pequeño cubículo no tenía llave, pero nadie entraba allí. Estaba en la esquina del inmenso jardín de los padres de Galatea y éstos dejaban que su hija tuviese allí su propio espacio. Galatea lo había arreglado de manera que había una alfombra, unos cojines y varios posters. Irma, aliviada, se colocó en la postura debida. El mero hecho de hacerlo la llevó a excitarse. Hacía al menos un año que las dos habían estado realizando ese coqueteo. No sabía cómo ponerse. Supuso que de cara a la puerta. Esperaba oír como se abría. Se prometió que no bajaría los brazos. Galatea daba mucha importancia a ese gesto. Sólo cuando ella había acabado con los senos de su amada, tenía derecho a bajarlos. Era tan estricta que, en las pocas ocasiones que Irma, por excitación o por cansancio los había bajado, Galatea se había ido enfadada. No es que el disgusto durase mucho: unas horas o unos días. En alguna ocasión una semana. En esta ocasión, Irma no quería que sintiese nuevas dudas por su parte. Sus pechos estarían plenos y disponibles, sin limitaciones o ...
    ... titubeos. Al cabo de un rato ya estaba cansada de la postura. Galatea no llegaba. Irma no sabía que hora era. ¿Debía irse? ¿Esperar más rato? De improviso sintió los pezones atacados como por una fría corriente. Los fríos dedos de Galatea habían comenzado su exploración. Adoraba que estuvieran duros para su amiga. Desgraciadamente, con el sobresalto abandonó la postura un momento. Supo corregirla, quizás era tarde. Abrió los ojos, comprobando que era Galatea y los había vuelto a cerrar. Pero tuvo tiempo de ver la decepción de su amiga. —Lo siento. Ha sido la sorpresa— dijo Irma en tono compungido y sin darse cuenta de su necesidad de ser aceptada. —Has roto la magia— le informó Galatea, decepcionada, aunque en su fuero interno con grandes ganas de sonreír. Su amiga estaba cayendo cada día más en el pozo del deseo, en el de la sumisión. —Lo siento, de veras. Trataré que no vuelva a ocurrir— dijo Irma, dando por supuesto que ya se encontrarían así siempre. —Es muy cansado este juego de ahora sí, ahora no. Puedes bajar los brazos y ponerte la blusa— insistiendo Galatea con su voz desangelada. Irma se quedó como estaba, a pesar el cansancio. —Por favor, perdóname. Te prometo que lo intentaré con todas mis fuerzas— le ofreció Irma no queriéndose dar por vencida. Le hubiera gustado poder ver la cara de Galatea. —Está bien. Puede que haya tenido demasiadas esperanzas puestas en ti. Cuéntame tus sensaciones— indicó Galatea, disfrutando de los pechos bien definidos de su futura esclava. —Me ...