1. Historia del Chip 012 - Escarceos - Irma 002


    Fecha: 12/03/2018, Categorías: Grandes Relatos, Lesbianas Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos

    ... minutos y disfrutaron de unos refrescos, almendras, pan tostado con queso y aguacate. Los pechos desnudos de Irma eran los protagonistas. Le resultaba extraño mirar a los senos cubiertos de su amiga mientras que al mismo tiempo no sabía cómo era contemplada o dónde. Le hacía sentirse insegura. Como si sus pechos no fueran lo suficientemente atractivos. Galatea le dijo que se llevaría los restos a la cocina y que la esperase en la posición de pechos expectantes. En cuanto Irma se colocó en la postura, su cuerpo se enardeció más, si es que eso era posible con la excitación acumulada. Esperó con la máxima atención a que Galatea posase sus dedos sobre los pezones. Supo contenerse cuando sintió el contacto. Cuando Galatea se cansó de disfrutar de los globos proyectados, se quitó la blusa y el sujetador. Y besó a su novia, si es que podía llamarse así. Los pechos de ambas se rozaron y se apretaron. Los pezones sintieron el muto contacto. Irma no abandonó la postura, sabedora de la importancia de ser cauta y aplicada. No llegó a ver los pechos de Galatea y no pudo tocarlos con sus manos. Galatea terminó se vistió y se sentó. Estuvo contemplando a su amiga un buen rato. —Ya puedes deshacer la posición. Has cumplido a la perfección— cumplimentó ...
    ... Galatea a Irma, de manera condescendiente. Con las hormonas a tope y alegre de haber contentado a su amante, Irma bajó los brazos y abrió los ojos. Se miraron un rato antes de que llevase de nueva la mirada al pecho cubierto de su amiga. Era tan frustrante. Se sentó junto a Galatea, quien llevó la mano a la cintura desnuda de Irma, en un gesto típico de posesión masculina. A Irma le supo a gloria, tan necesitada. Cualquier cosa le bastaba. La otra mano de Galatea fue al pecho descubierto. Irma no sabía reaccionar a este nuevo asalto. No tenía su mente patrones para esta situación. Galatea vino al rescate. —No importa lo que estés haciendo o como estés. Si sientes el contacto, lleva las manos a la nuca, cierra los ojos y ofrece los pechos. Quiero que se convierta en algo automático. Yo te indicaré cuándo deshacer la postura. Irma obedeció. Creyendo que las manos de Galatea se explayarían un buen rato entre sus colinas hambrientas, se llevó una enorme decepción. Los pezones apenas fueron rozados y los pechos bordeados con los dedos un instante antes de quedar abandonados. Se oyó un chasquido. Irma sintió sus mejillas enrojecer. La estaban entrenando como a un perro. Abandonó la postura. —Nos vemos mañana en clase, cariño. Recoge tu blusa. 
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