Aventura en Navidad
Fecha: 12/03/2018,
Categorías:
Sexo con Maduras
Hetero
Autor: Safo_Nita, Fuente: CuentoRelatos
... y gafas de pasta. Tenía la impresión de haberlo visto antes, o recientemente. Pero, ¿de qué lo conocía? ¿Dónde lo había visto? Mi estado de alarma no pasó desapercibido. –Es mi marido –dijo con desdén–. No te preocupes, no llega hasta las diez. Es jefe de planta en el centro comercial. Entonces caí en la cuenta. Fue como un fogonazo. Lo reconocí en el calvo que flirteaba con la joven comercial. Sólo que ahora era calvo. –Es un cretino, sin escrúpulos –prosiguió con desgana–. Se aprovecha de las niñatas que están a su cargo. Lleva veinte años haciéndolo. Sabe cómo seducirlas y cómo tenerlas comiendo de su palma. –Vaya, lo siento. Y ¿desde cuándo lo sabe? –Supongo que desde el principio –dijo con una amargura no exenta de ironía–. Pero me engañé a mí misma. Me negué a aceptar la realidad. –Por eso me invitó... a café. Para vengarse –dije sin rencor. –No cariño, no lo mezcles con nosotros –me sonrió–. Lo hice porque me apetecía. Porque lo necesitaba. ¡Tengo derecho a disfrutar! ¿No? –Estoy completamente de acuerdo –dije algo más tranquilo–. Pero, ¿por qué me escogió? ¿Por qué precisamente yo? –No lo sé. No te elegí; no fui a por ti –suspiró–. Simplemente sucedió así. Cuando vi como mirabas a la chica, me excité mucho. –¿Se refiere a la mujer del tanga verde? –Exacto. La devorabas con la mirada. Pensé que tal vez mereciera la pena probar. Pero no me decidí hasta que coincidimos en los cajeros. No parabas de mirarme el culo. –Lo dice como si no fuera la primera vez. Lo hizo ...
... antes. –¿Me tomas por una fulana? No me voy con cualquiera –replicó con enojo–. La verdad es que sí, lo hice. Llevo meses haciéndolo, pero no con el éxito que supones. No es tan fácil abordar a un desconocido. Unas veces me falta valor; otras me toman por una vieja loca. –Usted no es vieja, ni está loca –dije acariciándole el vientre–. Perdone mi insistencia, pero me puede la curiosidad. ¿Cuántos lleva? –¿En este mes? Uno. Tú. El mes pasado conseguí invitar a un tipo de mi edad, apuesto y trajeado. Pero sólo quería que le azotara hasta quedar en carne viva. Estuve tentada de echarlo a escobazos. Pero al final llegamos a un acuerdo. Era abogado. Primero me folló, y luego yo le di con la zapatilla. Retiró la sábana que cubría sus piernas y se irguió desnuda. Fue hacia el armario dejando que sus nalgas se balanceasen ostensiblemente. Sacó una fina bata, de color malva, y se la puso sin atar. –Ahora sí que necesito un café. ¿Quieres algo? Negué con la cabeza. Lo que yo necesitaba era pensar en lo ocurrido. –Si te apetece, podemos repetirlo más tarde. Lo del sexo. –Claro. Por qué no. Me parece estupendo. Quiero decir, que me siento con ganas. Y usted es, como decirlo, soberbia. Está para comérsela. –No te pases con los halagos. Me dejan fría. Una hora más tarde estábamos los dos juntos, retozando sobre la cama, pero de un modo más pausado. Hicimos el amor sin prisas, sin exigencias, disfrutando de cada caricia, cada beso, cada roce. Lo hicimos hasta quedar exhaustos y satisfechos. En ...