1. A por ella (I)


    Fecha: 14/03/2018, Categorías: BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... los extremos del palo, primero rápidamente y luego poco a poco hasta que casi llegaron a la altura de los tobillos quedando su cuerpo contorsionado y doblado hacia atrás. Le miré la cara que esforzaba por no mostrarme el dolor que sentía. Saqué una pequeña pelota de trapo y metiéndosela en la boca se la agarré con un pañuelo largo para impedir que la escupiera. Ahora era toda mía y podía hacer lo que quisiera con ella. La colgué de una madera especialmente hecha para la ocasión, de tal forma que quedaba colgada en el aire sujetada solo por la madera y sufriendo su peso en tobillos y muñecas. Me estiré en el suelo debajo de ella y le miré a los ojos que suplicaban que parara y no siguiera con mis maliciosas ideas. -Cristina, ¿cómo estas? ¿estas cómoda?. No creo, no temas, voy a jugar un poquito contigo, seguro que te gusta, ¿por qué has venido, sino para que juegue y te haga sufrir, porque en definitiva te excita el dolor tanto que ya comienzas a estar mojadita, ¿no? Dirigí una mano a su entrepierna que aun tenia el tanga, se lo aparté y froté dos dedos por su cueva que ya estaba húmeda y más de lo que yo creía. -Vaya conque estas disfrutando ¿no? Me levanté y cogí una bolsa donde tenía algunos trastos que había hecho para la ocasión. Cogí la cuerda e hice un nudo corredizo que metí en su teta izquierda que aprisioné y apreté fuertemente, luego fui enrollando y apretando la cuerda en su pecho durante tres vueltas de forma que quedaba como una seta. Hice lo mismo con su pecho ...
    ... derecho mientras sus ojos se apretaban mientras tiraba su cabeza hacia atrás. Cogí dos pinzas grandes de cocodrilo y se las puse en los pezones para que no se soltaran fácilmente. De las pinzas colgaban dos hilos con grandes tuercas que tirarían sus pezones hacia el suelo. Agarré las tuercas en mi mano dejando holgada la cuerda. -Cris. Tengo esto aquí. ¿Y no se qué hacer con ello las dejo ir? Sus ojos se abrieron para mirar y cuando lo vio dirigió rápidamente sus humedecidos ojos hacia mí con una plegaria en ellos y un movimiento de negación en la cabeza. Le lancé un beso y solté los pesos de mis manos. Las tuercas cayeron de golpe estirándole los pezones casi tres centímetos. Un quejido surgió de su tapada boca mientras cerraba con fuerza los ojos y un par de lagrimas caían hacia sus mejillas. Siguió quejándose un ratito hasta que el balanceo se detuvo y dejó caer su cabeza. -Bueno vamos a ver que hacemos por aquí. -Me dirigí a su entrepierna y recordé que llevaba aun el tanga.- Vaya, si no te he quitado el tanga y para afeitarte el felpudillo primero te lo tendré que quitar, pero ahora que estas atada no puedo. Bueno tendré que arrancártelo. Cogí las tiras más estrechas con las dos manos y tiré fuertemente de ellas rasgando el tanga por una parte, al arrancar la tira que quedaba su cuerpo se movió un poco por la fuerza del tirón y volvió a levantar la cabeza para intentar ver que ocurría. Cogí una maquinilla desechable, espuma y me unté bien la mano, para luego extenderle ...
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