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A por ella (I)
Fecha: 14/03/2018, Categorías: BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... toda la espuma por su pubis con un suave masaje que fui llevando a su entrepierna y sus labios vaginales que comenzaban a soltar un poco de liquidillo. Cogí la maquinilla y con paciencia le fui quitando poco a poco todo lo que pude y dejando pequeñas clapas de pelillos desigualados por todos lados. Cogí más espuma y le apuré bien suave el pubis. Para los pelillos que tenía por el lado de los labios, tenía preparado un martirio mecánico. Cogí la maquinilla eléctrica de depilar de mi mujer, primero ya le había vendado los ojos para que fuera una sorpresa. Primero y durante un rato movió la cabeza suavemente de un lado a otro, intentando que la venda se moviera o se cayera de sus ojos, pero al no conseguirlo cesó en su empeño. Conecté la maquinilla y la puse a velocidad lenta para que el suplicio no fuera tan rápido. Entonces se la acerqué al lado de los labios y comenzó a arrancar pelillos uno detrás de otro, mientras su cuerpo se convulsionaba e intentaba gritar entre la mordaza. Su cuerpo no paraba de moverse y las pinzas de sus pezones aun tiraban más con el vaivén de las sacudidas aumentando más su dolor que se repartía por todo su cuerpo, pero aun le faltaba un lugar y no perdí tiempo en solucionarlo. Paré la depilación y me fui a buscar un pepino de enormes dimensiones que le tenía preparado. Cuando volví había parado de sacudirse y estaba quieta pero atenta a cualquier ruido que pudiera captar y darle una pista de que se le venia encima. Conecté la radio despertador con ...
... música bien alta para que no pudiera escuchar ningún susurro que me delatara los movimientos y me quedé inmóvil esperando su completa relajación. Tardó un rato y cuando creí que pensaba que me había ido le aticé sin previo aviso con la tabla de madera en el trasero. Su susto fue tal que una de las pinzas se soltó con la sacudida de dolor y miedo. Después de ponérsela otra vez le di dos azotes más que no tuvieron contestación. Entonces sigilosamente la dejé y me fui al comedor a fumarme un cigarro. Después del cigarro volvía a estar desinhibida y la desperté con dos fuertes azotes que volvieron a sacudirla. No esperé más y cogí el pepino. Con una mano separé sus glúteos dejando el magnifico ojete a la vista. Apunté el pepino en el y empecé a apretar cuidadosamente. Cuando comenzó a moverse mascullando algo que no entendí. Comencé a azotarla hasta que paro. Por debajo de la venda asomaron dos lagrimas. Y proseguí. Comencé a apretar el pepino. Hasta que no entró la punta costó un poco dada su medida descomunal, pero todo fue mejor una vez ya estaba en el buen camino. Fui metiéndoselo poco a poco mientas la mordaza apagaba sus gritos de dolor. Cuando ya tenía casi todo el pepino en el culo volví a la maquinilla y a la total depilación de su entrepierna. Sus movimientos se volvieron bruscos y continuos mientras la maquina arrancaba todos sus pelillos uno a uno y sus lamentos fueron cada vez a más mientras duró la depilación. Una vez acabado la dejé que se tranquilizara y después ...