Esther: despedida de soltera en familia (10) - Relatos Eróticos

Esther: despedida de soltera en familia (10)

... de llorar, viendo en ella a una chica cuyo rostro de pronto se había transformado de la sorpresa y el temor, a una expresión de lástima y pena por mí, una mujer que no podía estar con el hombre a quien en verdad…

- Yo también te amo - escuché la voz de Rodrigo a mi espalda, pero no quise voltear a verlo, pues si lo hacía sabía que no tendría la fuerza para renunciar a él, que no podría continuar por el camino que debía tomar, que no sería capaz de casarme con otro hombre y entregarle mi cuerpo después de haber hecho el amor con el chico más maravilloso del mundo, con mi verdadero hombre.

Fue un trayecto difícil el que recorrí de regreso a mi cuarto, no pude dejar de llorar y tampoco intenté hacerlo. Mónica caminaba detrás de mí, casi corriendo como yo lo hice hasta llegar a mi habitación y lanzarme a la cama, enterrar mi cara en una almohada y entregarme al llanto más desgarrador de había tenido la desdicha de sufrir en mi vida, sabiendo que no podría estar con el hombre que quería, que a partir de ese momento mi vida sería una empinada pendiente a un futuro doloroso y plagado de infelicidad.

Ese mismo día regresamos a casa en lo que fue un viaje incómodo e intenso, donde todas vivimos una intrigante tensión dadas las miradas enfurecidas que mi madre me lanzaba cada tanto, las desconfiadas y juiciosas expresiones que me obsequiaban Martha y Julia en cada ocasión en que sus miradas se encontraban con la mía.

- Al final, el médico nos dirá si tu hija perdió o no ...

... la virginidad, recuerda que si lo hizo el trato se cancela, lo tienes claro ¿Verdad, Ana? - dijo Martha a mi madre una vez que estuvimos en las afueras del aeropuerto, mientras un par de tipos subían nuestras maletas en dos taxis, uno de los cuales sería ocupado por las arpías mientras en el otro nos iríamos las mujeres de mi familia.

- Puedes apostar a que mi hija no ha incumplido su palabra, te doy mi palabra de que…

- Tu palabra no vale un comino - interrumpió Julia, altanera y prepotente como siempre lo había sido, haciendo que extrañara a su versión borracha mientras sentía una gran repugnancia por la hipocresía de esa perra al recordar lo que Rodrigo me había dicho acerca de que ella y su madre se acostaban con su hermano e hijo respectivamente - tenemos un contrato y aunque no quieras decirnos por qué razón la castigaste, no hay forma de que puedan engañar al médico que mandaremos a que la inspeccione, así que nos vemos en una semana, ya sea para romperte el contrato en la cara o para que esta zorra se case con mi hermano - le espetó Julia, de la forma más despectiva y humillante como pudo hacerlo, mientras me miraba con despreció, dibujando en su rostro una expresión de asco.

Esas brujas se marcharon si decir nada más, sin despedirse ni mirarnos de nuevo, solamente se fueron. Mamá suspiró rabiosa, soltando aire por su nariz con tanta fuerza que me recordaba las escenas de toros enfurecidos a punto de atacar a su presa.

- Suban al auto - ordenó sin dejar de ...