El cuarto prohibido de mamá - 05
Fecha: 25/04/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Barbara Lopez Rucci, Fuente: TodoRelatos
... mantenido parada como estatua hasta el momento. Los pies se mantenían firmes sobre el suelo, uno sobre la alfombra y otro sobre la madera. Y solo había movido el cuello, la boca y los parpados. Pero caminó un poco, lentamente, hasta correr la puerta del ropero y tomar una achatada caja de plástico que Julián ya conocía. Era negra y amarilla, con un plástico transparente que la cubría, y con la foto del juguete que debían envolver: una decena de esferas de plástico que se volvían cada vez más grandes al acercarse al anillo de agarre. Solo con verla, Julián comprendió, pero aun así no podía creerlo.
—¿No te las puedes sacar? —preguntó Julián.
—No puedo… he probado, pero simplemente no puedo…
Como si los titubeos de Beatriz fuesen contagiosos, Julián también cayó. Quiso decir algo, pero se mordió los labios y suplicó que, en ese momento tan delicado, su madre no notara que su pene se había puesto erecto. Solo tomó la caja y miro la foto promocional con detenimiento. Cada esfera estaba separada por una suerte de hilo de plástico de un centímetro que, al menos en apariencia, tenía una preocupante fragilidad. Un tirón demasiado fuerte, podía resultar en catástrofe.
—Hay que hacerlo con cuidado o puede romperse una parte y quedarse dentro.
Beatriz dejó escapar una nerviosa exhalación, previa al ruidoso sonido de su garganta al tragar saliva. Abrió la mano y mostro a Julián que la anilla que servía para no perder el juguete se había cortado.
—Era un producto de ...
... mala calidad —dijo ella, entre pálida de miedo y ruborizada de vergüenza.
—Mierda… —dijo Julián, ya no solo excitado, sino realmente preocupado.
—Está bien… no te preocupes, yo me las arreglaré y…
—No, en serio, yo te ayudaré, ma —dijo Julián—. Confía en mí, solo estoy pensando.
—Estoy muy limpia así que no te preocupes…
—Si, si… no lo digas… —interrumpió, al imaginar por donde iba el comentario—. Iré a lavarme las manos, ¿está bien?
Dentro del baño privado de su madre, se tomó unos momentos para pensar. Las manos le temblaban de la ansiedad, y se preguntaba si acaso dios lo había bendecido. Se preguntaba si debía sentirse mal por la perversión que invadía su mente, en un momento donde cualquier persona empática solo podría estar preocupada.
Vio su pene, estaba dan duro como el mármol. Podía eyacular con un toqueteo de diez segundos, pero evito hacerlo. Se remitió a lavar bien sus manos y secarse, tras comprobar que sus uñas estaban cortas y libres de tierra. Su madre lo esperaba, de pie en el mismo sitio, con la misma mueca aterrada que había mantenido desde que la vio por primera vez esa noche.
—¿Listo? —preguntó ella.
—Si, ¿tu?
—No… pero no tengo alternativa.
Por primera vez, Beatriz caminó. Movió los pies lentamente, casi arrastrándolos, y sin doblar las rodillas hasta que el momento de trepar a la cama llegó. Allí, apiló las almohadas para poner unas cuantas bajo su vientre y otras más en el sitio donde apoyaría su cabeza. Las rodillas se ...