La Isla del Pecado
Fecha: 06/05/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: Zorro Blanco, Fuente: TodoRelatos
... remordimientos, sobre todo porque luego lo recordaba en mis masturbaciones y me excitaba muchísimo.
Él a cambio, me complacía también cazando las aves para la noche, me ayudaba a desplumarlas con agua caliente que el mismo traía del lago y hasta me traía flores para que me las pusiese en el pelo o alguna fruta exótica y deliciosa para comer.
De repente empecé a notar que él también me acechaba, cuando iba a hacer mis necesidades o cuando me bañaba. Lo cual complicó mis expiaciones, pues éramos como el ratón y el gato intentado darse esquinazo, pero buscándose para el almuerzo.
En el fondo esto me divertía, dado el poco trabajo que teníamos en la isla, estos momentos eran como la sal y la pimienta en aquella isla desierta.
Y comencé a jugar con él. Dejaba que de vez en cuando él viese cuando me bañaba cubierta por mi camisón, me mostraba desnuda bajo la tela mojada, sabiendo que mis encantos se trasparentaban a través de ella, ¡incluso la pegaba yo misma bajo mis pechos y cintura para que mi figura fuese más evidente! A él se le abrían los ojos y yo le sonreía, esto me divertía mucho.
Ellos se bañaban conmigo también yo notaba como él se excitaba pues sus calzoncillos crecían y crecían y con pudor lo obligaban a meterse bajo el agua para ocultarse de mi vista. Yo lo miraba con descaro y reía, incluso lo invitaba desde la orilla, con mi camisón mojado, a que saliese a frotarme la espalda con el jabón. Él se ...
... excusaba para no salir con su patente erección y entonces era Daniel quien lo hacía y me frotaba ante su vista.
Otras veces, estábamos buscando algo que comer y Daniel se alejaba, entonces pedía a su hermano que vigilase y me agachaba para hacer piss pidiéndole que no mirase, aunque la tentación era fuerte y seguramente lo hacía, pues yo me ponía de espaldas a él, por recato, así que seguramente se giraba y de reojo contemplaba mis nalgas desnudas mientras yo hacía mis necesidades.
Esto también dio sus frutos, pues Carlos se masturbaba con más frecuencia, cambiando de sitio para hacerlo, ya no siempre se iba tras las rocas alejadas de la playa, ahora lo hacía en cualquier parte cuando le entraban ganas. Lo cual hacía más divertido espiarlo y acecharlo, aunque no siempre lo encontraba.
Yo seguía durmiendo con Daniel, el dulce e inocente Daniel, y a veces mientras dormía, ¡Dios me perdone! Le acariciaba sus duras y suaves nalgas, luego le palpaba su miembro viril logrando que este creciera bajo la tela de sus calzoncillos, mientras, yo me acariciaba bajo mi camisón.
_____________________
Este excitante capítulo pertenece aNáufragos, mi primera novela, hoy me he permitido rememorarlo y recordarlo pues son ya más de viente años desde que comencé a escribir y esta fue la primera historia que conseguí terminar con un principio, un desarrollo y un final, como debe ser.
Espero que haya sido de vuestro agrado.