Lujuria en Hogwarts. 10: Slytherin de sangre pura - Relatos Eróticos

Lujuria en Hogwarts. 10: Slytherin de sangre pura

... la hora de decir lo que deseaba. Nunca se cortaba ni un pelo.

—V-vaya...

—...

—¿A quién le escribes? —Quiso saber Lucius.

—Al profesor Snape.

—¿Ah sí? ¿Para qué?

Aunque pareciera muy formal, Lucius era un hombre con unas fantasías muy perversas y su cabeza había comenzado a maquinar que seguramente sería una carta erótica, como las que su hijo le mandaba a veces desde Hogwarts para rebajar la espera.

—Últimamente está muy raro. De repente... ha dejado de mirarme en clase, ya no me ayuda a ganar puntos para la Copa de las Casas ni tampoco me ha vuelto a pasar las preguntas de sus exámenes. Cuando terminen las vacaciones tengo otra prueba suya y me estoy desesperando. —Explicó Draco con una notoria irritabilidad en su voz, nada estaba yendo como él quería y eso le frustaba.

El rubio se levantó abruptamente del asiento de su amplio escritorio, el cual estaba lleno de hojas arrugadas con diferentes discursos para su profesor, unos más agresivos que otros. Se puso a observar sus jardines por la ventana, intentando encontrar la paz, pero el silencio de su padre ante este problema lo enfadó más todavía si cabe.

—¿Quién mierda se piensa que es? ¿Acaso cree que puede ignorarme como si fuera un estúpido más de esa panda de inútiles?

Draco le dio una patada cargada de rabia a su mesita de noche, tirando el reloj al suelo, un acto bastante normal en alguien tan caprichoso como él cuando las cosas no funcionan tal y como lo esperado.

—Relájate hijo. No ...

... sé, tal vez ha estado ocupado todo este tiempo. —Dijo Lucius intentando justificar la actitud de Severus, pues él tampoco entendía ese radical cambio.

—Por favor papá, si no mueve el culo de la silla en toda la clase, ese está pasando de mí.

—¿Has hecho algo que le pueda haber molestado? Tal vez está enfadado por algo.

De repente, unos vergonzosos recuerdos regresaron a la mente de Draco; en ellos salía Potter, observando con incredulidad cómo se tragaba la polla de Severus. Además, recordó como el profesor lo expulsó con rapidez del despacho, quedándose a solas con Harry, probablemente amenazándolo.

¿Estaría enojado por eso? ¿Qué culpa tenía él de que los hubieran descubierto? Creía que era algo injusto, y eso lo enfadaba aún más.

—¡No he hecho nada, no digas estupideces! Tienes que hacer algo papá, como esto siga así no aprobaré nunca más.

—Draco, esta vez no puedo hacer nada, entiéndeme, joder. —Respondió Lucius, irritado por las exigencias de su hijo.

Draco tomó asiento de nuevo en la silla del escritorio ante aquella negativa, comenzando una nueva carta para Severus e ignorando a su padre, el cual acercó con una sonrisa cansada hasta él, colocándose detrás de la silla y posando las manos sobre los hombros de su hijo para darle un pequeño masaje.

—Draco, tienes que solucionarlo tú solo. Si lo amenazo, puede volverse en nuestra contra. Snape sabe lo que hacemos tú y yo, ¿Te imaginas que abre la boca?, sería nuestro final, imaginate si se entera tu ...