Diario de un Consentidor 183 Los ausentes
Fecha: 31/05/2024,
Categorías:
Intercambios
Autor: Mario, Fuente: TodoRelatos
... acostumbrada.
—Vuelve al dormitorio, ve desnudándote, voy a hacer un par de llamadas antes de…
Le miré; jamás había empleado un tono tan directo. Sonrió al verme preocupada.
—Antes de tu bautismo.» (2)
—Desvelé que la había descubierto, no supo reaccionar. Vuelve al dormitorio y ve desnudándote, le dije. Fue como si se transformase en otra.
—¿Qué quieres decir?
—Cambió, no parecía ella; no estaba acostumbrada a verme actuar como soy en esas circunstancias y pensé que se acobardaría. En absoluto, parecía otra mujer.
No quise ahondar en ese terreno, tal vez en otro momento.
—¿Qué es lo que pretendía, según tú?
—Había tomado una decisión, quería dar el paso y no supo cómo hacerlo sin esa triquiñuela. Me puso un cebo y lo acepté aunque no contaba con verse descubierta. Le seguí el juego, la usé como a una prostituta, sin contemplaciones, quería que fuera consciente de la realidad, no estábamos hablando de un juego.
—Nunca lo ha tomado por un juego.
—Lo sé, aún así no creo que tuviera claro el mundo en el que se estaba metiendo, por eso intenté ponérselo difícil, no es un camino de rosas, había conocido al amigo y al amante, quise que viera otro perfil, el que puedo ser cuando dejo de lado los sentimientos. He de reconocer que me sorprendió, mientras hablaba con uno de mis contactos se portó como una auténtica profesional, no quiero entrar en detalles…
—Yo sí, no es una cuestión de morbo.
—Si es lo que quieres… Me hizo una felación perfecta, ...
... pocas están a su nivel. Me exasperaba ver la transformación de la mujer con la que había trabado amistad y había compartido confidencias, me dolía verla convertida en una furcia, ¿por qué? ¿qué sentido tenía? Se me fue la mano, le propiné un azote desproporcionado, al principio me avergoncé, inmediatamente me excité, ella también. Deberías estar con tu marido y mírate, le dije, a esto has venido; le volví a azotar hasta hacerla gemir. ¿Quieres que siga?
—Quiero saberlo todo.
—La había tumbado sobre mis rodillas, perdí el control porque su culo me vuelve loco, lo amasé, lo acaricié y sin pensar lo que hacía la azote sin piedad, empecé a tocarlo de otra forma, buscando, hundiéndome hacia… ¿Sigo?, de acuerdo: hundí un dedo sin ningún esfuerzo, ella respondía, probé con dos, sabía que no es virgen pero no podía imaginar lo fácil que lo pone. Le gusta.
—Le gusta. «Cállate, no es tu amigo.»
—Le pregunté cuántas pollas se lo habían follado, no supo responder y la volví a azotar hasta dejárselo ardiendo. Exploté: Si fueras mi hija, dije sin poder contenderme. Fue la primera vez que me atreví a expresarlo en voz alta.
«—Si fueras mi hija… —El corazón me dio un vuelco, volví el rostro y le miré aunque el cabello me impedía verle.
—Si fuera tu hija, ¿qué harías? —Pareció reaccionar como si se arrepintiese de lo que estaba haciendo; no sé qué vio, tal vez las lágrimas que empapaban mis mejillas, puede que mi interpelación le trasladase a un escenario enterrado en lo más ...