Diario de un Consentidor 183 Los ausentes
Fecha: 31/05/2024,
Categorías:
Intercambios
Autor: Mario, Fuente: TodoRelatos
... gusta que me presionen.
—Eh, para el carro que nadie te está presionando, no te mosquees.
—Si él no os lo ha contado no voy a ser yo quien lo haga.
—Vale, chitón. De todas formas podíamos quedar a tomar algo todas y charlar como buenas amigas.
—Claro. —dije sin mucho convencimiento.
—Yo me encargo.
La conversación me puso de los nervios. Era mi cliente y me lo estaban robando. Una parte de mí quería correr y decirle a Tomás que no la cagase. Eso mismo: no la cagues con Javier, ya estoy yo aquí para hacer el trabajo. Es lo que buscaba con la puta llamada, el muy cabrón: provocarme. Javier era para mí una persona cercana con quien había establecido un vínculo difícil de definir: pagaba por mis servicios, sin duda yo era una prostituta que ejercía el oficio con arte, eso él lo valoraba tanto como para haber pactado un servicio mensual conmigo y con ninguna otra. ¿Tan importantes eran sus negocios para llegar a semejante acuerdo?, aún hoy lo dudo. Tomás desconocía los verdaderos datos de la ecuación: Javier y yo habíamos intimado en el plano personal, él me había contado cosas de su vida que no habría compartido con otra, yo le había forzado a azotarme para mostrarle algunas de mis debilidades y descubrirle las suyas. Éramos más que un cliente y una puta, y me lo estaban robando.
No iba a salir bien, lo lamenté por Lorena. Tomás se estaba equivocando. Porque yo no estaba dispuesta a ceder.
—No lo cojas. —susurró al oído. Lo pensé pero la insistencia ...
... terminó por imponerse.
—Claudia, ¿sabes algo?
—Nada, aún. Te llamo por otro motivo. He estado dándole vueltas a la conversación que tuvimos, no consigo entender varias cosas. Primero, los motivos por los que de repente decides, a pie de avión, no emprender un viaje al que te has comprometido. Segundo: por qué no le pones al corriente enseguida para que pueda reorganizarse. ¿Tienes alguna explicación?
Me deshice del abrazo para poder salir de la cama.
—Verás, desde que me propuso el proyecto no estaba cómoda.
—Lo sé.
—Ni el plan de negocio ni la estrategia concuerdan con mi…
—Déjate de excusas, si tan poco te agradaba ¿por qué cambiaste de opinión de un día para otro y pasaste de un no rotundo a un sí, lo que quieras, como quieras?
—Veo que te lo contó.
—Con pelos y señales.
Me estremecí, ¿hasta dónde sabría lo que ocurrió en el despacho de Ángel?
—Lo sé todo. —añadió como si estuviera leyéndome el pensamiento.
—Era una gran oportunidad, creí que podría convencerle de moderar los aspectos menos adecuados.
—A tu manera, supongo. Luego, cuando estabas a punto de embarcar, lo pensaste de nuevo y le dejaste colgado.
—No fue así.
—Le dejaste colgado. ¿Por qué no le avisaste? Podías haberle llamado o, si no te atrevías a dar la cara, podías haberle enviado un sms, qué menos. Pero no, te fuiste a casa a dormir mientras mi marido creía que estabas cruzando el Atlántico para reunirte con él a pasar una semana de sexo desenfrenado, porque ese era ...