1. La vida en una Hacienda de las de antes


    Fecha: 05/06/2024, Categorías: Incesto Sexo en Grupo Sexo con Maduras Autor: Veronicca, Fuente: SexoSinTabues30

    ... vicioso y le gusta convertirlas en viciosas a ellas. A mi me llevaron a los dos que tengo y luego, cuando volvieron a casa, no estaban pensando en otra cosa que meterse en la cama de los hermanos y hasta a mi se me insinuaban.
    
    —Lo que a ti te molesta es que se las lleven antes de que te las hubieras follado tú, jajaja.
    
    —Tú piensas que todos somos como tú. Ya sabemos que a la tuya no se la llevaron porque ya no era virgen. No sé como te lo consintió tu mujer, que te encamaras con tu hija.
    
    —A más de uno se lo consienten y no lo dicen. Date cuenta de que nuestras mujeres se pasan el tiempo entre indispuestas, enfermas, embarazadas o pariendo, a ver como piensas tú que se las arreglan los demás.
    
    —La verdad es que muchas crías caen embarazadas y no son todas las veces de los señores. Yo a las mías no las dejo ir solas de noche a los baños, por si acaso. Siempre hay alguno que aprovecha.
    
    —Eso las puede pasar en cualquier sitio. Los que solo tienen hijas, cuando suben al monte con ellas para cuidar el ganado, suelen bajar preñadas.
    
    —Es que las noches allí son largas y aburridas. ¿Qué van a hacer?
    
    —Pues echárselo fuera, hombre, que es tu hija.
    
    —Es que se ponen a beber para quitarse el frío y luego ni se dan cuenta. Se la meten y no se quitan de encima hasta que les sale todo.
    
    —Eso nos pasa a muchos. Es que tienen el coño muy rico, jaja.
    
    —Eso es verdad, yo lo pude comprobar muy bien cuando se llevaron a mi mujer a la casa como ama de cría para los ...
    ... hijos del Marqués, y ya podéis imaginar quien ocupó su lugar en mi cama.
    
    —Es que tu mujer tiene unas buenas tetas y tu hija las ha heredado. Ya te diría que todos le metían mano.
    
    —Como a todas, aunque ella llamaba más la atención a su edad con lo que tenía ya.
    
    Había pasado poco más de un mes y cuando ya había anochecido, el patrón volvió a llamar a nuestra puerta. Estábamos solas mi madre, mi hermana mayor y yo, junto a mi hermano pequeño, el último que había nacido y mi madre le dijo:
    
    —Hoy no puede ser, señor, estoy indispuesta —mientras le mostraba los paños manchados de sangre entre las piernas.
    
    —No me enseñes eso, mujer —mientras desviaba su mirada de nuevo hacia mi hermana mayor—. No me pienso marchar de aquí sin haber catado mujer.
    
    —No, la cría no, que va a venir mi marido enseguida.
    
    —No te preocupes por tu marido. Va a tardar un buen rato. Quítate tú de la cama y tráeme a tu hija.
    
    Mi madre tuvo que obedecer y le llevó a mi hermana de la mano, a la que le dijo:
    
    —No te preocupes, cariño, no te va a pasar nada malo. Yo voy a estar aquí contigo.
    
    El patrón atrajo a mi hermana hasta la cama y quitándole la poca ropa que tenía, la dejó desnuda ante su lujuriosa mirada, que se recreaba con su cuerpo, en un ritual que habría repetido muchas más veces, pero que parecía que seguía excitándole de la misma forma que la primera vez, como el que desenvuelve un paquete buscando encontrar siempre algo nuevo en su interior.
    
    Quizás por respeto a mi madre o ...
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