Como si no fueras mi madre 2
Fecha: 15/06/2024,
Categorías:
Incesto
Autor: VictoriaSG, Fuente: TodoRelatos
... triunfara.
- Venga, tigre, a dejar el pabellón bien alto.
- No me pongas más nervioso.
- Intenta no pensar en nada, mantente frío hasta que te la chupe.
- Qué fácil lo ves tú.
- Y no se te ocurra follártela sin condón.
- Tranquila, he dejado unos cuantos en mi mesita.
- Si necesitas más, tengo varias cajas.
- No te preocupes, voy servido.
- Con cualquier duda, te inventas una excusa y vienes a mi cuarto a consultarme.
- Todavía estás a tiempo de irte.
- Ni de coña, me he pedido una pizza y tengo varias cervezas bien frías.
- Quiero que estés callada.
- No sufras por eso, quiero que mi pequeño se corone.
- El móvil también en silencio. Nada de risas... ni eructos, que te conozco.
- Menudo muermo se lleva la pobre Aída.
Conseguí llegar puntual a la cita. Dos minutos después, apareció Aída. Volvió a ser una cena muy agradable, incluso con lo nervioso que estaba. Ella me recordaba cada vez más a mi madre, algo que me resultaba perturbador y, a la vez, reconfortante. Sus formas tampoco eran mejores, pero estaba acostumbrado a lidiar con una mujer así.
Antes de llegar al segundo plato, Aída ya había sacado el tema del sexo, no se cortaba ni un pelo. Me dijo con total normalidad que se acababa de depilar el coño y que no era un detalle que tuviese con todos los tíos, solo con los que le gustaban de verdad. Me podía imaginar perfectamente a mi madre diciéndole exactamente lo mismo a su cita de turno.
Por si quedaba alguna ...
... duda, me volvió a dejar claro que en cuanto llegáramos a mi casa se lo tendría que comer. No es que fuese un mal plan, comer chichis había resultado ser mucho más morboso y excitante de lo que imaginaba, pero precisamente por eso temía no dar la talla. Aunque una cosa estaba clara, era mejor hacerlo y quedar en ridículo, que quedarme con las ganas.
Cuando se acercó el camarero con la carta de los postres, Aída le dijo sin ningún tipo de vergüenza que esa noche su postre era yo. Salimos del restaurante y caminamos hacia mi casa. Iba tranquilo y sereno, hasta que paramos en el primer semáforo y me metió la lengua hasta la campanilla. El resto el camino fue así.
Parábamos en cada esquina para devorarnos, para meternos mano. Su lengua me ponía a mil, pero agarrarla del culo me excitó tanto que supe lo poco que iba a aguantar. Subimos a mi casa y la guié hasta mi habitación. Aída tardó escasos segundos en desprenderse de la ropa y tumbarse en mi cama, completamente abierta de piernas. Tal y como había dicho, no había ni un pelo en ese coñito.
Respiré hondo, intenté recordar las lecciones de mi madre y me lancé a su entrepierna. Iba directo a comérselo, pero noté que me vibraba el móvil y lo saqué con disimulo. Desde la habitación de al lado, mi madre me recordaba que no debía ir a saco, que me lo tomara con calma y Aída lo valoraría más.
Cambié lo que iba a ser una comida de coño salvaje por caricias en sus muslos. Ascendí lentamente, besando cada milímetro de piel. La ...