No soy maricón, todo lo hice y sigo haciendo es por el dinero que me gano, con el sudor de mis nalgas.
Fecha: 10/07/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Sexo en Grupo
Transexuales
Autor: Martehijodejupiter, Fuente: SexoSinTabues30
No soy maricón, todo lo hice y sigo haciendo es por el dinero que me gano, con el sudor de mis nalgas.
Cuando mi primo, me dijo que había la posibilidad de que yo pudiera trabajar con él en un bar, debí sospechar algo.
Cuando fui a la entrevista, el dueño del bar después de que le demostré mis habilidades para preparar tragos y atender tanto una barra como una mesa, se me quedó viendo de pies a cabeza, y de inmediato me dijo. “A menos que te vista de mujer, no te puedo contratar”
Sumamente indignado, ya estaba por marcharme cuando antes de salir del bar, el dueño del bar me preguntó “¿Cuánto tú crees que se ganan aquí mis chicas?”
Pero antes de que yo le respondiera diciéndole que no me interesaba, él me respondió, indicándome una cantidad, que yo no podía creer.
En ese momento vi entrar a una exuberante tipa al bar, que me saludó como si me conociera de toda la vida.
Para mi sorpresa resulto ser mi primo, completamente vestidito de mujer, realmente al principio no lo reconocí, de no ser porque me saludo llamándome por mi nombre y diciéndome primo.
Yo me quedé impresionado, y cuando mi primo, digamos que confirmó lo que el dueño del bar me dijo, la verdad es que me detuve a pensar, la de cosas que o podía hacer con todo ese dinero.
Aunque, aun no estaba muy convencido de llegar a vestirme de chica, mi primo me invitó una cerveza, y comenzó a explicarme que era lo que él al igual que otros chicos hacían vestidos de mujer en ese bar.
Aunque me ...
... aclaró que ocasionalmente algún que otro cliente, deseaba acostarse con algunas de las chicas, pero que en eso el dueño del bar, no se metía, lo único que le interesaba era cobrar por el servicio del privado.
Yo no sé si fue lo fácil que yo veía que era ganar todo ese dinero, o la necesidad de trabajar que yo tenía en esos momentos, que finalmente acepté.
Y fue mi primo quien me ayudó, y prestó gran parte de la ropa, por no decir que toda, la que yo necesitaba, además, me ayudó a maquillarme, y depilarme.
Cuando mi primo terminó conmigo, al verme al espejo no lo podía creer, pero al mismo tiempo me decía mentalmente, una y otra vez. “Esto lo haces única y exclusivamente por el dinero.”
Mi primo y el dueño del bar fueron bien claros conmigo, al decirme que la mayoría de los clientes, saben que no somos chicas, pero eso no evita que, de una forma u otra, algunos de ellos, quieran tocarnos las nalgas.
Yo eso lo vi como un pequeño sacrificio, que debía hacer si no quería irme a dormir a una de las bancas del parque.
Desde el primer día, o mejor dicho desde la primera noche en que comencé a trabajar, no falto el hijo de la gran puta, que quisiera manosear mis paradas nalgas.
Cosa a la que mentalmente, ya me había preparado, por lo que cuando vestido con un corto traje de mesera atravesaba el salón, recibía uno que otro agarrón de nalgas, o por lo menos un pellizco.
Y bien como dicen que el ser humano se acostumbra a todo, yo me acostumbré rápidamente a que me ...