Miguelito de 6 prueba por primera vez una verga pt 2
Fecha: 27/07/2024,
Categorías:
Gays
Incesto
Autor: Maximiliano20, Fuente: SexoSinTabues30
En ese momento, mi presencia se hallaba allí, observando la escena. Ahí en mi habitación de dinosaurios, yo de seis añitos una adorable combinación de vitalidad y ternura. Mí piel tiene un tono claro, que resplandecía con una cálida luminosidad, y mis mejillas teñidas de un rosado juguetón que reflejaba su constante energía. Mí cabello, suave y ondulado, cae de manera caprichosa alrededor de mí cabecita, añadiendo un toque encantador a mí apariencia.
En ese instante, me hallaba en una posición entre el estar sentado y de pie, deleitándome con la vista de aquella verga imponente y jugosa, cuyos líquidos resbalaban sensualmente por su piel, humedeciendo el suelo. Delicados hilos de líquido, una sustancia intrigante, con la dualidad de ser acuosa en su fluidez, pero al mismo tiempo revelando una densidad envolvente y seductora descendían por sus piernas, impregnando la habitación con el embriagador aroma a testosterona de sus testículos suculentos y sensuales, que parecían goteantes y exquisitamente sudados del día ajetreado que tuvo.
Finalmente, ante mí se presentaban esos genitales claramente desarrollados, un conjunto que había admirado tanto en las páginas de mi libro de texto escolar, despertando en mí el deseo de saborearlo y sentir con mi lengua todo su cuerpo. No me preocupaba tanto que fuera a darme leche, sino que ansiaba con intensidad devorarlo.
Experimenté una sensación tan carnal y primitiva que, en ese momento, el juicio sobre lo correcto o incorrecto ...
... quedó en segundo plano. Acerqué mi nariz a esos huevos tentadores, inhalando su aroma cautivador mientras ellos jugaban, oscilando de arriba abajo. Max, testigo de mi acción abrupta, se estremeció ligeramente, tambaleándose ante el eco de mi provocadora iniciativa. Continué inhalándolos sin cerrar los ojos, los huevos rozaban mis párpados, pero su calor era tan embriagador y el aroma, ¡Dios!, tan exquisito. Moví mi cabeza de un lado a otro, permitiendo que los testículos y el escroto acariciaran toda mi cara y, especialmente, mi boca, que ya los estaba humedeciendo con anticipación, dejando que mi saliva los impregnará.
Tras unos breves minutos entregado a ese acto, decidí finalmente saborearlas con mi lengua húmeda y temerosa. Comencé a lamer los huevos de arriba abajo, disfrutando de su movimiento mientras se balanceaban. Cada lamida hacía que uno de ellos cayera, solo para ser nuevamente sostenido por mi lengua, creando un juego de vaivén que las sumergía en el líquido salivoso proveniente de mi boca. Maximiliano se estremecía aún más, sus manos se postraron sobre mi cabeza acariciándola, comunicándome con su cuerpo lo bien que lo estaba haciendo. Él se desplazaba de un lado a otro, incitando a que sus testículos se tambalearan, rozando aún más mi cara y dejando mis mejillas empapadas con mi propia esencia. El aroma de los huevos florecía aún más al estar impregnadas de humedad. Sacando mi lengua y manteniéndola firme, permití que ellos continuaran frotándose contra ella. ...