La venta
Fecha: 27/07/2024,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Monica Leggins, Fuente: TodoRelatos
Si me lo llegan a preguntar hace un par de años, me hubiera sorprendido. Pero una vez dentro de una famosa red social, comencé a charlar, conocer, crecer, aprender y perder ciertos miedos. Tanto es así, que de una propuesta sencilla, nació casi una marca, un nombre artístico por el que todos me conocerían y que terminó derivando también en la publicación de un libro.
En todo este tiempo, he tenido muchas propuestas. El noventa y nueve por ciento, sexuales, por supuesto. No me importa, ya que si mi perfil y mi libro es de carácter erótico, las propuestas también lo son. Lo único que me ha molestado un poco a veces, en esos días malos, son las propuestas simples. Un “Hola, ¿qué tal, follamos?”, es tan vacío que deja de ser emocionante incluso antes de conocernos.
Y, ¿qué decir de los que ni saludan? Abres el chat para ver ese mensaje nuevo que te ha llegado y ves una polla dura. Es como que no se dan cuenta de que al lado mío pueda haber alguien. Y ya no digo de un novio celoso, que por suerte no lo tengo. Son fotos, de personas, que me han obligado a no conectarme en público por el miedo a que miren.
Y, entonces, llega lo contrario. Propuestas diferentes. Y no hablo ya de cosas extremadamente raras, sino cosas originales que te hacen animarte. Ya no es solo la idea, sino como te lo cuenten, en que detalles han pensado, etc. Porque detrás de un “te quiero follar” puede haber mucha más conversación.
En este caso, por un motivo o por otro, conecté rápido con Leo. ...
... Sus primeros mensajes, sus primeras apreciaciones, la charla fluida o su manera de engancharme me hizo darle una oportunidad. Y, ¿por qué no decirlo?, fue muy excitante.
No tardamos demasiado en hablar y pactar los detalles. Fue un sábado, el sábado pasado. Nos citamos en un parking de
un centro comercial, primero para tomar algo y luego, para llevar a cabo su fantasía. Por primera vez en siglos, me ponía un tanga negro debajo de unas mallas ceñidas. Me gustaba demasiado ir sin ropa interior con leggins, pero para este juego, necesitaba ese tanga.
Una vez completado mi look junto a unos botines también negros, un sujetador deportivo, una camiseta de tirantes blanca y un jersey de lana de color marrón claro, corto para que pudiera no perder detalle de mi cuerpo. Me maquillé con disimulo, pero marcando mis labios de un color rojo pasión.
Salí a la calle, en el fondo, de manera discreta. Caminaba hacia un destino morboso, erótico y sexual y cualquiera que me viera, vería a una chica más tapada y más formal que cualquier trabajadora.
Una vez llegué, lo llamé, sin tiempo que perder. Tal y como me había comentado, acudió de manera desenfadada a la cita. La combinación de la sudadera, de una conocida marca de ropa deportiva, combinaba con el chándal gris oscuro, resaltando sus ojos marrón oscuro, cuya mirada me resultaba penetrante. Moreno, delgado, de unos veintiocho años de edad, tenía una mezcla que me encantaba. Sus dos besos en las mejillas me transmitían nervios, ...