Un retiro espiritual budista muy carnal
Fecha: 11/09/2024,
Categorías:
Confesiones
Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos
... los compañeros del grupo le preguntaban del porqué de su rojez facial, ella se lo achacaba al susto.
Después de este suceso, durante un tiempo Catherine se mostraba distante y esquiva conmigo. Pero yo sabía que le gustaba, si no, me hubiera delatado el mismo día de mi atrevimiento. Solo era aturdimiento y timidez lo que la movía a evitarme, no había resentimiento.
Una noche de luna llena y muy estrellada, yo me encontraba a unos metros de mi caseta tumbado sobre el césped, contemplando el firmamento mientras reflexionaba sobre mi vida. En esto que escucho unos pasos detrás de mí, alguien me toca en la espalda, me doy la vuelta. Era Catherine.
–¿Qué haces aquí tan solitario? –me pregunta.
–Contemplando el firmamento y disfrutando de los sonidos nocturnos que nos proporciona la naturaleza. ¡Qué envidia vivir así todo el año! –le contesto, al mismo tiempo que observo que se me acerca y se sienta a mi lado.
Me comenta que la vida allí es muy dura, sobre todo en invierno. Pero eso sí, aunque los preceptos del budismo theravada son muy estrictos, en su comunidad son más liberales, algo hippies, y practican un tipo de budismo mahayana sui géneris, sin muchas restricciones ni normas.
Al mismo tiempo que hablamos no puedo reprimir acariciarle un brazo, hacía relente y lo tenía frío. Decidimos entrar en mi caseta, le preparo un té y seguimos charlando de nuestras vivencias del pasado y de nuestros planes de futuro.
En esto que ya no puedo retrasar más besar sus ...
... carnosos labios y me acerco para besárselos. Pero se me adelanta, y sacando su lengua me lame los míos. La abrazo, le acaricio desde la nuca hasta la cintura toda la espalda. Ella no deja de besarme y lamerme el rostro. Me mordisquea las orejas y me dice en susurros:
–Estoy deseando sentirte dentro. Que abras mis carnes con tu férreo y cálido miembro.
Nos apresuramos a desprendernos de los cuatro harapos que nos cubren las pieles. De pie, como estábamos, le levanto una pierna con mi mano y ella se introduce mi polla en su acaparadora y húmeda almeja. Entra bien, muy suave. Estamos en esta posición un buen rato, hasta que Catherine decide engancharse de mi cuello. Con sus piernas hace otro tanto abrazando con sus muslos y pantorrillas mi cintura. Yo la sujeto a la altura de sus cachas apretándola contra mi vientre. La subo unos 17 cm y la Ley de la Gravedad hace el resto del trabajo bajándola, cayendo sobre mi rabo con fuerza hasta que mi huevos le hacen de tope. Una y otra vez repetimos esta operación. Mis brazos resisten bien el peso de su escuálido cuerpo.
Disfruto de la visión que me ofrece su cabalgada. Noto que comienza a sudar, su cráneo rapado brilla y algunas gotas de sudor empiezan a caerle por la frente. Pegada a mí como una lapa a su roca, restregaba sus tetas y vientre por mi torso. A mí también el sudor me comienza a resbalar por la espalda.
–Me excita mucho que me monten así. Yo enlazada a mi macho mientras la gravedad me facilita unas embestidas bien ...