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Un retiro espiritual budista muy carnal
Fecha: 11/09/2024, Categorías: Confesiones Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos
... fuertes y profundas. ¡Me corro, cariño! ¡Joder! –parloteaba Catherine, entre jadeos y gemidos cada vez más intensos. La fui bajando poco a poco de su particular tiovivo, con cuidado, porque aún estaba extasiada, ensimismada, gozando de los últimos estertores del visceral orgasmo que acababa de sentir. La tumbo en el catre y en la postura del misionero me la sigo follando. Ella vuelve a rodear mi cintura con sus piernas, a modo de tenazas, apretando sus pies contra mis nalgas para que no pueda desengancharme (es algo que no tengo pensado hacer, precisamente). La perforo una y otra vez a buen ritmo. Observo la cara de lascivia que pone, es vicio en estado puro. Vuelve a decir que se corre y me pega un bocado en la barbilla que casi me la corta con sus incisivos dientes. Nos desenganchamos, esta vez sí, y me pongo de pie. Ella de rodillas ante mi verga espera impaciente los chorros de la vida. Yo la sujeto por el cráneo, a la altura del cogote, y le acerco su rostro a mi nabo. Este comienza ya a babear un poco de agüilla. Catherine le pega un par de chupetazos en la punta y al instante salen los ocho disparos de esperma que ya no pude contener más. Ella se carcajea mientras le embadurno la cara y el cráneo de lefa. Después, con mis manos, le extiendo la lechada a modo de mascarilla facial y de crece pelo, por toda la cara y cabeza. Una hora después tenía la última clase de meditación del día. Catherine me dijo que la daría con toda la cara y cuero cabelludo brillantes por mi esperma, que no se ducharía. Además, según ella, el olor a semen es el mejor perfume que se pueda echar una hembra encima. Es natural al 100%.