El vecino me preguntó ¿Y desde cuando te gusta vestirte de mujer?
Fecha: 01/10/2024,
Categorías:
Gays
Transexuales
Autor: Martehijodejupiter, Fuente: SexoSinTabues30
... a reír de mí, y le expliqué que estando solo en la casa me dio curiosidad por ver cómo me vería vestido de mujer.
El vecino me dijo que me comprendía, ya que es algo que también se ha preguntado, pero que nunca había llegado más haya de pensarlo.
La cosa es que seguimos bebiendo, hasta que, en cierto momento, me sacó a bailar, y yo en lugar de decirle que no, acepté como todo un estúpido.
La cosa es que a medida que fuimos bailando, él me fue abrazando, y poco a poco acariciando todo mi cuerpo, yo no sé si sería lo mucho que yo había bebido hasta esos momentos.
Cuando de repente, me besó en lugar de rechazarlo, lo dejé que continuase, por lo que en cierta forma o manera disfruté de sentí su lengua dentro de mi boca, mientras me apretaba contra su cuerpo.
Cuando terminamos de bailar, él pagó la cuenta, y regresamos a la casa, durante todo el trayecto, el vecino me fue acariciando las nalgas, y besándome de igual forma.
La cosa es que apenas llegamos a la casa, lo que me provocó fue invitarlo a entrar, ya dentro nos seguimos besando, y acariciando en el sofá de la sala.
Quizás por lo mucho que yo había bebido, o porque en el fondo deseaba que sucediera algo más, fui deslizando una de mis manos por encima de la tela de su pantalón hasta que sentí su pedazo de carne.
De momento veo que él extrae su parado miembro, al tiempo que él colocó una de sus manos sobre mi nuca, y sin mucho esfuerzo de su parte hizo que mi pintarrajeada boca quedase a la altura de ...
... su verga.
De eso a que yo voluntariamente abriese mi boca y me dedicase primero a lamer el tallo de su miembro y posteriormente me dedicase a mamárselo, en cosa de pocos minutos.
A medida que yo gustosamente seguía mama que mama, en cierto momento me preguntaba, a mí mismo, como era posible que yo estuviera haciendo eso, pero al levantar la mirada, y ver su cara de felicidad, seguí mamando con muchas ganas.
Hasta que él retiró mi cara de su parada, y ensalivada verga, diciéndome. “Ahora lo que deseo es que me dejes penetrar por ese apretado culito”.
En lugar de negarme, lo que hice fue, darle la espalda, levantar la corta falda escocesa que tenía puesta, bajar los pantis y reclinándome sobre el sofá le ofrecí mis nalgas, como si fuera la cosa más normal del mundo.
Sentí su caliente glande, contra mi esfínter, al tiempo que lo escuché decirme tiernamente, que me relajara, para que no me fuera a doler.
No sé si fue que un par de horas antes, yo había estado disfrutando de un grueso frasco de champú, mientras me duchaba, introduciéndomelo por el culo una y otra vez, mientras me masturbaba.
La cosa es que desde luego que, si me dolió un poco, al principio, pero a medida que me fue enterrando todo su sabroso miembro, yo comencé a mover mis caderas, como nunca antes lo había hecho.
Sentía como su verga entraba y salía una y otra vez divinamente de mi culo, su boca me mordisqueaba la nuca, y el lóbulo de mi oreja, cuando no era que me decía que yo estaba bien ...