Amor familiar (capitulo 1)
Fecha: 02/10/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Incesto
Autor: cleversex, Fuente: SexoSinTabues30
... de ellas se había puesto un collar de perro y una correa, que había en el trastero de un perro que tuvimos años atrás hasta que mamá se hartó de el. En un par más, se había hecho un lazo de ahorcado con una cuerda y hacia cómo que estaba colgada.
Cuándo cogí el primer cuaderno, la polla la tenía tan disparada que no pude empezar a leer con tranquilidad porque continuamente cogía las fotos. Me tumbe en su cama y me masturbé mientras miraba una de ellas.
Cuándo terminé, empecé a leer más tranquilo y lo hice de tirón: los seis. La conclusión que saqué es que si quisiera me la podría follar ya. En sus escritos quedaba claro que sentía atracción por mi y que podría convertirse sin problemas en mi sumisa particular, mi esclava para todo lo que yo quisiera, y la verdad es que solo pensar en sus labios rodeando mi polla, me ponía a cien. Pero quería tomar precauciones, no fuera a ser que el deseo me nublara la sesera. Además, estaba la cuestión de que todavía era menor, muy menor.
Un sábado que mis padres se habían ido con unos amigos a la casa que tenemos en un pueblo de la sierra, mi hermana apareció en tanga y solo con una amplia camiseta de tirantes que a duras penas la cubría el trasero. Yo estaba escribiendo en el ordenador y Marina, que así se llama, se tumbó en la cama y empezó a retozar mientras miraba el móvil, algo muy raro porque cómo ya he dicho casi no tiene amigos.
—¿Harías algo por mí? —dije apartando la vista de la pantalla y mirándola.
—Claro, ...
... —respondió sentándose sobre sus talones.
—Quítate la camiseta y el tanga, —la frase la solté cómo una orden: no quería que pareciera una petición.
Marina me miró desconcertada un par de segundos y después se sacó la camiseta por la cabeza dejando al descubierto sus exiguas tetas. A continuación, se quitó el tanga.
—Así estás mucho mejor.
—¿Tú crees? —preguntó indecisa.
—Por supuesto que si, —y dándome una palmada en el muslo la dije—: ven aquí, —rápidamente bajó de la cama y se sentó sobre mi pierna. Notaba su calor a través del pantalón del pijama que a duras penas ocultaba mi erección—. Bueno, cuéntame.
—¿Qué quieres que te cuente? —preguntó otra vez desconcertada. Notaba su respiración excitada.
—Pues quiero que me lo cuentes todo, que no tengas secretos conmigo, —la dije mientras la acariciaba ligeramente el trasero. Ni que decir tiene que para entonces tenía la polla tan hinchada que parecía más grande de esos diecinueve centímetros que me hacían sentir orgulloso—. En primer lugar, quiero que me digas por qué llevas unos meses exhibiéndote cuándo mama no esta.
—He pensado que te gustaría…
—Y me gusta.
—… y no quiero que mama se entere y me dé la charla.
—Pues si tú no se lo cuentas…
—¿Yo?
—… no tiene por qué enterarse.
—Ya sabes que con mama no hablo casi nada y menos para contarla esto, —dijo mientras yo la miraba. La verdad es que teniéndola tan cerca pude comprobar que algo de pecho si tenía: muy poco, pero no era una tabla cómo ...