1. Mi primera vez por dinero


    Fecha: 05/10/2024, Categorías: Primera Vez Autor: AlonsoLima, Fuente: CuentoRelatos

    Me casé muy joven, a los 23 años. A los 25 tuve mi primer hijo. Cuando tenía 26 años, mi esposo se quedó sin empleo. Ese momento me llevó nuevamente a mis terribles 20 años, cuando estaba en quinto ciclo de contabilidad y mi papá, al igual que mi esposo, se quedó sin empleo. Tuve que dejar los estudios. Como hablo bastante bien el inglés, no me fue difícil conseguir un empleo como mesera en un restaurante en Miraflores, en la zona turística de Lima. Por sus precios, solamente frecuentado por turistas o peruanos con un nivel de ingresos medio o alto. Mi hoy esposo era uno de sus clientes.
    
    En aquellos años, él solía ir con sus colegas a almorzar. Siempre era el más joven. Tenía sólo 28 años y, seguro todos sus colegas por encima de los 40s. De aquella época recuerdo que siempre dejaba muy buenas propinas. Muchas veces iba a comer solo, se sentaba siempre en la misma mesa, pues solía llegar temprano. Me tocaba atenderlo pues era mi zona asignada. Ni una sola vez me dijo algo fuera de lugar. Siempre cortés y amable, educado y respetuoso. Y con muy buenas propinas.
    
    El día que cumplí 21 años, tuve que trabajar pues no conseguí nadie que me reemplace. Nada grave, pues mi turno terminaba a las 4 pm y desde ese momento, a celebrar. Mi hoy esposo llegó a almorzar solo. Me acerqué a atenderlo y antes que decirle algo, me deseo un feliz cumpleaños y me entregó un pequeño presente. Me pidió que lo abra al final del día.
    
    No resistí la curiosidad y lo abrí en la cocina. Un ...
    ... perfume de lujo, de aquellos que sabía que existían, pero que nunca había ni siquiera visto. Me acerqué y le agradecí. Se sonrió y me dijo que era una traviesa. Le pregunté cómo se había enterado. Con una sonrisa me mostró un panel del restaurante, junto al bar, donde entre otras cosas, se indicaba los cumpleaños del mes. Me sonreí y le pregunté como sabía que iría a trabajar. Me dijo que no lo sabía, pero que, si no estaba ese día, volvería al siguiente con mi regalo.
    
    Poco a poco, cada vez que llegaba conversábamos algo más. Finalmente me invitó al cine. Acepté.
    
    Desde allí todo fluyo. Era un hombre parco, poco hablador, pero a la vez, lleno de detalles, amable y generoso. Me enamoré muy rápidamente y por como me miraba, sabía que él también. Había tenido antes varios novios y una vida sexual bastante activa. Pero llevaba meses saliendo con él, y ni siquiera un beso furtivo. Moría de amor, me sentía especial, sentía su amor, pero él no avanzaba.
    
    Una tarde, sentados en el Parque Kennedy en Miraflores, me dijo que tenía algo que decirme. Pensé que me pediría ser novios y estaba dispuesta a un si rotundo. Pero no fue lo que esperaba, se saltó todo. El noviazgo. La primera relación sexual. El vivir juntos. El presentarnos a nuestras familias. Me pidió que sea su esposa. Acepté.
    
    Lo lleve a mi casa. Les encantó a mis padres. Me llevó a Cuzco, de donde era, les encanté a sus padres. De lo que conversábamos me quedó claro que él deseaba trabajar y vivir en Cuzco. Me pareció ...
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