En las bibliotecas también se folla
Fecha: 07/10/2024,
Categorías:
Confesiones
Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos
Para mí una biblioteca es como un templo sagrado. Suelo ir tres días a la semana y me paso unas cuatro horas allí cada vez que voy.
Leo y estudio mejor allí que en casa, al haber un agradable silencio. También me encanta el olor a libros que se genera en esos lugares.
Hace diez años, cuando yo tenía 40 años, me ocurrió una experiencia digna de contar.
Yo suelo sentarme siempre en el mismo lugar, como animal de costumbres que soy. Parece que una chica tenía la misma costumbre que yo, pues también siempre se sentaba enfrente de mí.
La mayoría de las veces venía sola, a excepción de días contados en que lo hacía acompañada de una amiga.
Tenía 18 años y estaba estudiando en la universidad el primer curso de la carrera de Derecho.
De tanto coincidir en la misma mesa ya nos saludábamos, aún sin conocernos siquiera. Con el tiempo descubrí que se llamaba Susana.
Cuando venía acompañada de su amiga solían hablar en susurros. Que dos chicas monas hablen en susurros es algo que me excita mucho. También me pone a tono cuando mastican chicle con la boca abierta o cuando chupan una piruleta (dejándoles la lengua de color rojo o azul, dependiendo del sabor). Pues todo este espectáculo lo vivía yo a unos centímetros de distancia. Experimentaba un placer sin igual.
Tenían pinta de modositas. De haber estudiado en un colegio de monjas. Y ya se sabe que de estos centros salen la mayoría de las chicas con un deseo sexual desbordado. Será por la educación tan represiva ...
... que les inculcan.
Susana tiene el pelo castaño y liso hasta los hombros. Las facciones de su cara le dan un aire aniñado, con un toque de chispa maliciosa. Tiene un cuerpazo diez. Viste muy a la moda. Es algo pija.
Al tener, con el pasar del tiempo, más confianza llegamos al acuerdo de vigilar mutuamente nuestras pertenencias cada vez que uno de nosotros se iba a tomar café.
El caso es que un día me animé a proponerle que si, sobre las 11 de la mañana, le apetecía tomar algo en una cafetería, yo la invitaba. Susana aceptó.
Ya en la cafetería me comentó sus planes a corto y medio plazo y que quería especializarse en Derecho Penal. Tenía las ideas muy claras y la cabeza perfectamente asentada.
Fui notando que ella buscaba en mí algo más que una amistad con la que tomar un café y tener unas charlas. Lo de sentarse siempre enfrente de mí no era pura casualidad.
Entonces me animé a llevar la conversación a terrenos más personales, íntimos y eróticos.
Le pregunté si tenía novio, me dijo que sí, pero que no se cerraba a conocer gente más interesante, que le aportara más. Y me soltó jocosamente:
–La verdad es que tú estás muy bien para ser un cuarentón.
–Muchas gracias Susana por el halago. Tú sí que estás para mojar pan. Eres muy hermosa –le contesté.
Con el transcurrir de la amena conversación me fui animando y me tomé la licencia de preguntarle por alguna de sus fantasías sexuales.
–Empieza tú primero –me contestó ella.
–Pues la mía sería hacerlo ...