Me embrujaste con tus pantis verdes
Fecha: 11/10/2024,
Categorías:
Fetichismo
Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos
Aunque en la actualidad tengo 50 años, voy a hacer un viaje en el tiempo hasta el año 1991, cuando tenía 18 años.
En aquella época era una mezcla de heavy y punk y mi ocupación era la de músico callejero.
En el metro de Madrid y en el de Barcelona me pasé muchas horas tocando por los pasillos y vagones. También recorrí muchas plazas y paseos de las ciudades medianas.
Tocaba la guitarra, la armónica y también cantaba. No tenía temas propios, solo hacía versiones de cantautores, sobre todo de Bob Dylan.
La experiencia que voy a relatar ocurrió mientras yo actuaba en el metro de Madrid y residía en aquella ciudad.
Como uno de tantos días, coloqué mis bártulos en uno de los largos pasillos que unen las diferentes líneas de metro y comencé a tocar.
A las pocas horas, un grupo de tres chicas se me acercan, me echan unas monedas y entablan conmigo una conversación.
Las tres estaban de lujo, con una estética muy alternativa. Pero mis ojos se dispararon hacia la que llevaba unos pantis verdes.
Los pantis de color verde o rojo me vuelven loco. Me excitan una barbaridad, no puedo resistirlo.
Los conjuntaba con unos botines negros, una minifalda roja y una camiseta negra de Ramones. El pelo, de color castaño, lo llevaba recogido en dos coletitas enroscadas y pegadas al cráneo.
Muy hermosa de cara. Con unas facciones muy aniñadas, aunque tenía un año más que yo.
Luego me enteré que se llamaba Sonia.
Estaba tan absorto en esta chica, que de las otras dos ...
... apenas guardo un vago recuerdo de sus fisonomías.
El caso es que me lancé, no tenía nada que perder. Era un vagabundo.
Yo sabía que a alguna de las tres tenía que haberle gustado, sino no se me hubieran acercado. Y aposté por la chica de los pantis verdes, sin dudarlo ni un segundo.
La invité para quedar esa noche e ir a un garito… y para mi sorpresa, aceptó. Con el tiempo descubrí que de las tres, dos estaban receptivas hacia mí. El porcentaje de aciertos era alto. Difícil hacer el ridículo entrándole a la que me hubiera dado calabazas, aunque con lo torpe que soy todo podría pasar.
Nos fuimos conociendo y llegamos a ser un rollete de cuatro meses, después las circunstancias nos separaron.
Durante ese verano incluso actuó conmigo y me ayudaba a recoger las propinillas que nos daba la gente. Sacábamos para malvivir. Luego decidió volver con sus padres y reanudar los estudios e hizo muy bien. Yo también después fui cambiando.
El caso es que a Sonia le encantaban las guarradas, centradas sobre todo, en el fetichismo de la nariz y de los pies. Parafilias que acabé incorporando a mi bagaje vital para siempre. Por lo menos hasta la actualidad.
Quizás sea ese el motivo de que siga firme en mi recuerdo esta relación.
Cada vez que hacíamos el amor, Sonia sabía que tenía terminantemente prohibido quitarse los pantis. Se colocara a cuatro patas, cabalgara sobre mí o lo hiciéramos de lado, tenía que lucir sus esculpidas piernas con unos sensuales pantis de color ...