1. Me embrujaste con tus pantis verdes


    Fecha: 11/10/2024, Categorías: Fetichismo Autor: El Manso Embravecido, Fuente: CuentoRelatos

    ... las zampaba paladeando aquella exquisitez.
    
    Sonia estaba tan excitada que no pudo esperar a llegar a casa. Me la tuve que follar en unos baños públicos.
    
    Ella, simplemente, apoyó un pie en el retrete y dándome la espalda, separó un poco los muslos y se reclinó hacia adelante ligeramente. No hacía más que suspirar esperando con ansiedad a que yo le ensartara por detrás toda mi polla en su palpitante y chorretoso coño.
    
    Como los pantis estaban descosidos en el lugar idóneo, por ese lado no tuve complicaciones. Las bragas tampoco resultaron ser un gran impedimento para penetrarla. Aparté un poco la tela con los dedos y listo.
    
    No tardó ni diez minutos en alcanzar el orgasmo. Fue tan intenso que la tuve que sujetar por la cintura porque le flaquearon un poco las piernas y tuve miedo de que se cayera.
    
    Se desacopló de mi verga, se arrodilló y de un solo bocado se engulló toda mi tranca. Me estuvo follando con su boca, a buen ritmo un buen rato. Hasta que ya no pude aguantar más y me descargué todo en ella.
    
    Estuvo un largo espacio de tiempo con mi rabo acoplado en su garganta.
    
    Poco a poco se lo fue sacando mientras me lo exprimía y ordeñaba, para ...
    ... no dejar restos de semen perdidos ni fuera ni dentro de mi falo.
    
    Una vez mi polla estuvo fuera, Sonia juntó los labios e hizo por espacio de 30 segundos el gesto de estar enjuagándose la boca con un colutorio.
    
    Luego, a cámara lenta, se fue tragando mi lefa, saboreando centímetro cubico a centímetro cúbico con gran meticulosidad.
    
    Hasta que por fin, abrió la boca y me la enseñó totalmente limpia de restos espermáticos. La yergo y nos damos un morreo apasionado.
    
    Ya en casa, mientras miramos una película o un documental, Sonia espera a que yo le haga un buen masaje en los pies.
    
    Con mis manos y boca le acaricio, beso y lamo cada uno de sus diez deditos.
    
    En las plantas de los pies intento localizar los puntos erógenos que la vuelvan a encender.
    
    Con los dedos de mis manos y mi lengua, palpo y lamo con fuerza allí en donde noto que empieza a gemir con más profundidad e intensidad.
    
    Me da igual si sus pies están limpios y frescos después de un baño con emolientes o si están recién descalzados después de una buena caminata de tres horas.
    
    Los saboreo y chupo con la misma pasión y dedicación.
    
    La cara de agradecimiento de Sonia bien lo valía. 
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