Mi madrina cuarentona (1) (corregido)
Fecha: 15/10/2024,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: littlepancake, Fuente: TodoRelatos
... quiebra.
Afortunadamente, pude rescatar la empresa, después de amenazar con enviar a prisión a todos los involucrados, quienes huyeron o se hicieron a un lado, dejándome el campo libre para, en poco más de 2 años, levantarla y hacer de ella la más próspera de la región.
En ese tiempo le enseñé a mi madrina y a su sobrina Ana María, quién también era su ahijada y en quien la madrina confiaba por haberle dado muestras de fidelidad, a administrar la empresa sin necesidad de mí, aunque ellas me insistieron tanto en quedarme, que, hasta la fecha sigo al frente. además, con Ana María (Anita), tengo una historia que contaré a su tiempo.
Volviendo al relato, les diré que todo empezó, en una ocasión en que habiendo terminado mi jornada y ya estando con rumbo a mi casa, recordé haber dejado unos documentos que necesitaría al día siguiente muy temprano.
Pensando en que mi madrina ya estaría preparándose para descansar, volví a entrar tratando de no hacer ruido, y al salir me dirigí hacia el baño, cuando me sorprendió ver a mi madrina dirigirse también hacia ahí, vestida todavía con sus ropas del día, descalza, con el cabello suelto (siempre se peinaba de trenzas o con un chongo), y llevando una toalla en la mano. me detuve en seco tratando que no me viera para no asustarla, lo cual conseguí por estar en la penumbra del pasillo frente al baño.
Me sorprendió también que no cerrara la puerta del baño, tal vez por creerse sola. el sentido común me animaba a retirarme, pero ...
... la curiosidad y el morbo me hicieron quedarme, y acercarme sigilosamente a la puerta abierta, procurando mantenerme en la penumbra. Volví a sorprenderme cuando la vi terminando de quitarse el vestido que llevaba y que no permitía admirar sus exuberantes formas, que por primera vez contemplaba, y que me habían dejado totalmente arrobado por la oculta belleza que ahora podía admirar.
Su ropa interior era como la de cualquier mujer conservadora de su edad, blanca y de algodón, un sostén común sin adornos y una pantaleta o calzón, también común, pero al despojarse de ambas prendas, dejó ver un cuerpo espectacular, digno de una veinteañera: unos hermosos senos no muy grandes (calculé un 34 a), muy blancos y con unas areolas grandes de color café oscuro, coronados de dos enormes pezones; un vientre que, para sus 40 años, no es totalmente plano, pero que me sorprendió gratamente, pues esperaba ver un abdomen abultado por la edad; unos muslos y piernas bien torneados, y cuando se dio vuelta, pude ver la parte posterior de esos deliciosos muslos, coronados por las más hermosas nalgas de una mujer madura que haya visto, redondas, bien paraditas, sin un gramo de grasa o celulitis, y que aún desafían a la gravedad, lo mismo que sus preciosas tetas. Como su ducha no tenía mampara o cortina, pude observar, desde la penumbra en que me encontraba, como abrió las llaves del agua, y después de lograr la temperatura ideal, meterse debajo de la tibia lluvia, que caía sobre su cabeza y hombros, ...