1. Cuarenta y veinte


    Fecha: 23/03/2018, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Conocí a Paula un día en que un grupo de jovencitas universitarias visitó la empresa donde yo trabajaba para realizar algunas encuestas para sus trabajos escolares. Yo estaba concentrado en mi trabajo, y aunque mi jefe ya me había advertido de su visita no estaba muy interesado en cumplidos. Tenía demasiado trabajo esa semana, porque estaba haciendo una presentación de un plan de trabajo para la empresa que había que presentar en una semana. Paula llegó con su grupo de amigas y compañeras, y se distribuyeron por los escritorios, azolando con preguntas a todo el personal. Ella llegó conmigo, con sus modales finos de jovencita bien, sus 21 años frescos, su blusa de la escuela un poco abierta, mostrando sus atributos juveniles y penetrando mi ambiente con su perfume. A mis cuarenta años, tan metido en mis cosas de la oficina, esa chiquilla de 21 años era impensable. Y además, estaba el maldito plan que ya me tenía jalándome los pelos. Estaba proyectando algunas animaciones en la computadora cuando ella llegó, y se quedó viendo lo que yo hacía. Al terminar unos efectos sonoros, preguntó, con voz dulce: "¿Cómo hizo eso?" le expliqué rápidamente, tratando de acabar lo más rápido para que se fuera. Pero ella desenfadamente, me pidió permiso para sentarse, y me observó entre seria y sonriente mientras yo daba la explicación. Demostró conocer el programa de computación que yo estaba manipulando, pero luego me aclaró que no era tan profesional como yo. Me gustó el halago, y seguí ...
    ... explicándole por algunos minutos más, hasta mostrarle gran parte del trabajo que ya tenía diseñado. "¡Qué bien! –me dijo- un día de éstos debería darnos algunas clases en la universidad". Yo le dije que no podría ir por mi trabajo, pero que si le interesaba le podía explicar cualquier día a ella y tal vez a sus amigas. Me dio las gracias, amablemente, y me hizo un par de preguntas sobre mi trabajo. En la hora del almuerzo, me la volví a encontrar en la cafetería, parlando animadamente con su grupo de compañeras en una mesa, y me llamó para presentármelas. Les dijo que yo era un verdadero profesional y que le había mostrado como hacer algunos efectos en las presentaciones gráficas. Las chicas sonrieron bondadosamente, y ella me pidió el teléfono, aclarándoles que yo había convenido en darles algunos tips para sus trabajos. Me dio su teléfono en un papelito, y yo lo deposité en la bolsa de mi camisa casi sin atención. Nos despedimos, y el papelito desapareció cuando mandé lavar la ropa a la lavandería. Pensé que el asunto había muerto. Varios días después, Paula me llamó por teléfono. Su voz, de agradable timbre juvenil, preguntó: "¿Ya no se acuerda de mí?" La verdad, si me acordaba, aunque no mucho. La promesa de ayudarle no me había quitado el sueño. Estaba preparando una presentación y quería ver si podía darle algunas sugerencias. Accedí, y nos quedamos de ver en un cibercafé céntrico esa misma tarde. Llegó con su vestido escolar, su falda corta y su blusa blanca, y estuvimos ...
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