1. Fantasías de una mujer madura// cap. 9


    Fecha: 31/10/2024, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    ... mientras pone en el comedor las copas y yo los platos extendidos de porcelana, de pronto me atrapa, me empuja contra el lado derecho de donde está puesto el pastel de chocolate blanco y me restriega su bulto en mis muslos, el cual permanece hinchado debajo de su bóxer.
    
    —¡No, no… quedamos que eso no, Gael… esas porquerías ya no te las admito! —levanto las manos para empujarlo hacia atrás y apago las expresiones de mi cara para que entienda que estoy hablando en serio—. No me toques, cabrón… si me vuelves a poner tu bulto en mi piel, te juro que te echo de mi casa…
    
    —La cantaleta que llevas diciéndome hace dos meses —se burla él, apretándose contra mis muslos mientras yo siento que mi corazón se me saldrá por la boca.
    
    —¡Advertido estás, Gael… y lo digo en serio! —Me hago aun lado, librándome de su mastodóntico cuerpo—. No solo se trata de tus genitales, sino de todo… sobrino, por favor. No puedes rozarme ni siquiera con tu pelo, ¿oíste, Gael? Ya no me voy a prestar más a tus jueguitos. Hiciste una promesa ayer y la tienes que cumplir. Tú me vuelves a tocar aunque sea con una de tus uñas… y te largas de esta casa…
    
    En su perversa sonrisa veo su incredulidad ante mis palabras. Y yo tengo la culpa, por estúpida, por nunca cumplirle mis amenazas.
    
    Estacionamiento de la fábrica. 8:37 pm.
    
    Generalmente yo uso mi moto, y le dejo el coche a mi mujer para que vaya al instituto en él, pero será que hoy quiso consentirme por mi cumpleaños, que Roxana insistió en que me lo ...
    ... trajera a la fábrica, que está a casi una hora de distancia de nuestra casa, allá para el sur.
    
    —Si hubiera sabido que este maldito cacharro no encendería, me traigo mi puta moto —me digo.
    
    Sí, la fábrica donde trabajo está muy lejos de mi casa, pero es que aquí en Guadalajara todas las distancias son terriblemente largas. Y de cambiarnos de domicilio ni hablar, tanto porque la casa donde vivimos gracias a Dios es propia, y tanto porque el instituto donde trabaja Roxana le queda cerca y yo siempre he sido el marido buenito que se sacrifica por su amada esposa, poniendo sus prioridades por encima de las mías.
    
    Y ahora heme aquí, desde hace casi cuarenta minutos varado en el estacionamiento de la fábrica, buscando los papeles de la aseguradora que extrañamente no están en la guantera del coche, ni en ningún otro lado.
    
    —¡Roxana, carajo! ¿Por qué tardas tanto en contestar las llamadas? —le vuelvo a decir cuando por fin me responde.
    
    —“Perd…ona, car…iño… pero estoy en el cuarto, cambiáaandome… —Su voz es rara. Inquieta— … trato de ponerme ese vestido negro, largo, de noche, el que tiene una abertura en el muslo, que me rega…laste el año pasado en mi cumple…años y que no estrené y que te ofen…diste por no usarlo, ¿te acuerdas?”
    
    —Sí… —le respondo, sabiendo que algo no anda bien con ella—… pero… ¿eso qué tiene que ver con que no me respondías?
    
    —“Pues que el celu…lar lo había deja…do en la mesa del comedor, junto a tu pastel… y Gael lo escu…chó sonar y me lo trajo… ...
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