1. Fantasías de una mujer madura// cap. 9


    Fecha: 31/10/2024, Categorías: Incesto Autor: JOS LIRA, Fuente: TodoRelatos

    ... Ufff…”
    
    ¿Roxana ha emitido un “Ufff”? ¿Roxana está entrecortando las palabras?
    
    —Bueno, bueno… mujer… —respondo asombrado de su extraño comportamiento. De fondo sigo escuchando la música de mi sobrino, pero ahora se oyen los remanentes desde muy lejos. Le creo cuando me dice que está en nuestro cuarto, tratando de ponerse ese sensual vestido negro que yo mismo le regalé, con esa abertura en el muslo—. Lo que te quiero preguntar es si de casualidad tú sacaste la póliza de la seguranza del coche… No está en la guantera.
    
    Roxana no me responde en seguida, pero escucho resuellos continuos. Lo que más me llama la atención es que son dos tipos de resuellos; unos más agudos y otros más graves. Como si fueran un hombre y una mujer en una misma habitación. La mujer es Roxana, por supuesto, pero… ¿y el hombre?
    
    —¡Roxana! —exclamo—, ¿tú sacaste la póliza?
    
    —“¡Ay…! Eh… ¿qué…? Ufff… No, yo no, ¿por qué?”
    
    —¡Roxana! ¿Qué te pasa? —pregunto ante sus jadeos.
    
    —¿Eh? Naa…da… —gime, casi sin aliento.
    
    —¿Cómo que nada…? —Estoy preocupado.
    
    —¡Ay…! —exclama, como con dolor.
    
    —¿Me puedes decir qué mierdas pasa, Roxana…? ¿Quién está contigo? Sé que hay alguien más contigo…
    
    —¡Pues… obvio… que Gael…!
    
    —¿Y qué hace ese cabrón en tu cuarto mientras te cambias? —le pregunto lo evidente, casi sin aliento.
    
    —¿Quién crees que me está ayudando a ponerme el vestido?... creo que estoy más gorda y no… me entra…
    
    —¿Qué…? —me hundo en el asiento de copiloto del coche, donde he ...
    ... estado buscando la póliza—, ¿Cómo que no te entra, Roxana? ¿Cómo que estás más gorda?
    
    —Sí, tío Chucho —responde de repente el sinvergüenza de Gael, que está riéndose de mí o de algún chiste que yo no entiendo—, la tía Roxana dice que está muy gooooorda… y es obvio que el vestido no le entra… ¿verdad tía?
    
    —Oh, sí… Jesús… muy gorda… gorda… y no me entra… —jadea mi mujer—. ¡Ufff… Gael… no tanto… no tanto…!
    
    —Ya casi… tía… ya casi te entra… hazte flojita y verás que te entra bien…
    
    —¡Ay… me estás lastimando… sobrino… por favor… con cuidado, con cuidado… uy que gordaaa!
    
    —Respira un poco… tía, acomódate bien… ya casi te entra toda…
    
    —¡Aaaaahhhh! ¡Qué bruto… eres… Gael! ¡Ah! ¡Ah!
    
    —Toda… por fin le entró, tío… —lanza un grito Gael como signo de victoria—. Ufff… le entró completamente sin importar que esté gorda… muy goooorda…
    
    Y ante lo que estoy oyendo quedo paralizado. Con mi corazón latiéndome fuerte. Mi boca seca y mi garganta cerrada. Me siento incapaz de proferir un solo soplido.
    
    —Uffff… tía… qué bien, qué bien…
    
    Escucho el sonido del muelle de cuando yo me acuesto en la cama, mi cama, nuestra cama matrimonial…
    
    —¡Ah, ah… ah…! ¡Sobrinoooo!
    
    Puedo escuchar los resortes…
    
    —Hummm… ¡Ah… tía…! ¡Hummm!
    
    Y también escucho la forma en que se mueve el teléfono, como si hiciera interferencia. Y es allí cuando reacciono, cuando, con un soberbio grito, exijo una explicación:
    
    —¡¿Qué mierda está pasando allí, Roxana…?!
    
    —¡Ah!¡Ah… Jesús… ahhh! —responde ella ...