Para chulo mi pirulo - Relatos Eróticos

Para chulo mi pirulo

... tardísimo.

-Siempre igual… a ver si cambias de hotel o le cantas las cuarenta a tu jefe.

-Carmen, piensa en la hipoteca y el hijo. Ten paciencia. Te quiero.

Me colgó subrepticiamente. Ya no me sentía culpable había avisado. Salí y les puse dos chupitos más.

-¿Os lo habéis pensado?

Las dos asintieron con risitas. El alcohol hace milagros.

-Jorge, supongo que los condones siguen ahí.

-¡No jodas! -dijo asombrado.

-¡Venga, termina nuestro turno! Esta noche tenemos dos coñitos en permanente estado de revista.

Fuimos al local de Billy. Allí tomamos otros chupitos, ellas estaban bien alegres. Conozco al camarero. Me pasó unos canutos. Ellas estaban alegres. Pero Elena fue tajante.

-¡Aquí ni loca!

-Propongo el malecón de arriba del puerto, está cerca -digo con pose de ataque.

Asientieron. Miré a Jorge. La suerte estaba echada.

Nos sentamos en la pequeña explanada. No había gente, era un lugar ideal. Encendimos unos porros. Cayó el primer morreo. Tenía gusto a marihuana, hubo lengua, le mordí el labio. Ella en un impulso estiro la mano hacia mi entrepierna. Jorge y Marta hicieron lo correspondiente. Su prima casí dio al traste con un.

-No sé si ya se hace tarde, Elena.

Elena duda, por un instante estaba indecisa, hice una negativa con la cabeza. Jorge se comportó como un jabato morreandola y levantándose y mirando al horizonte.

-Venga vamos a ver las vistas -dijo.

¡Menos mal que la prima accedio! Volví a morrearla y empecé un escaneo ...

... manual pasando la mano debajo de su camiseta. La mercancía era interesante. Pero se siente algo mareada no le molaba el lugar, nos levantamos. Caminamos poco tramo. Oímos jadeos.

-Y eso que se quería ir tu amiga -dije riendo.

-Si, le suele pasar a mi prima.

Aparté una ramas y los vi a plena luz de luna llena por suerte esa noche. No pude pasar por alto el evidente potencial de la escena. Estaban en pelota picada, Jorge encima la bombeaba a pistón batiente. Ella jadeaba como una gata. Jorge emitía ya bufidos roncos. Elena los vio, se excito.

-Vamos a la otra parte.

La llevé a otro espació sobre la fina hierba. Nada más llegar se tumbó sobre ella, tire de sus vaqueros y ella se quitó la camiseta. Yo hizo lo correspondiente, incluso mis calzoncillos. Vi como ella miraba mi polla. Su tanga era rojo, lo ladee, le quité el sostén y le hice dedo. Estaba mojada, pero mojada. Saboreé su coño depilado en un frenético cunnilingus le levante las piernas y se las doble. Sorbí con codicia sus labios vaginales produciendo un explosivo sonido de succión que me caracteriza y me siento orgulloso. Ella gritaba de placer, se retorcía.

-¡ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡me gusta!

La dejé y me tumbé a su lado, la morreé. Pajeó mi polla.

-¡No me digas que solo me pajearas! -dije.

-Tienes un miembro muy grande -contestó sin expresar tampoco entusiasmo ante la idea.

A pesar de estar mojado estaba claro que era la clásica niñata acomodada buenorra de cojones pero sin tablas. Pero ...