1. La pantera y su hijo


    Fecha: 05/11/2024, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

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    Había conseguido ligar, una pantera cachonda, una milf, divorciada, que iba provocando a todo el mundo aunque ella estaba de copas con un grupo de amigas.
    
    Unos zapatos de tacón altísimo que le dejaban unas bonitas, torneadas piernas apenas cubiertas por unas medias de ligas y una falda de tubo corta y muy ajustada a sus anchas caderas. Un top cuello halter que revelaba más que un generoso escote. Se veían sus hombros desnudos del todo. Mostraba parte de un sujetador sin tirantes de encaje. Más que sujetador, obra de ingeniería por todo el trabajo que tenía que hacer.
    
    Labios gruesos, sensuales y profundamente rojos, nariz chata y ojos azules, todo ello enmarcado en una melena lisa teñida de rubio. Todo en conjunto le hacía una cara bonita.
    
    En realidad yo no tuve que hacer nada, con diez y nueve años nunca me habría atrevido a entrarle a una mujer así. Fue ella la que me localizó en la pista del pub. En segundos me tenía arrinconado contra a una columna en el rincón mas oscuro del local.
    
    - Hola, guapo. Bailas muy bien. ¿Quieres hacerlo conmigo?
    
    A día de hoy todavía no se si eso era ya una proposición. Aunque a mí me parecía demasiado pronto para insinuar que el baile podía ser horizontal.
    
    - Pues claro, encantado de bailar con una diosa como tú.
    
    Alagarla no me vendría mal. Seguro que me haría ganar puntos, y eso que no parecía necesitarlos ya en esa fase tan temprana del cortejo.
    
    - Veo que tienes labia, chaval. Eso me gusta.
    
    Bailamos durante ...
    ... un rato, cada vez mas cerca el uno del otro hasta entrar en contacto. Fue cuestión de minutos, por no decir segundos. Pegó sus tetas a mi torso apenas cubierto con una fina camiseta. Su cadera rozaba mi pubis donde mi polla ya había tomado consistencia.
    
    - Puedes pegarte más. No me pienso quejar.
    
    Cuando me di cuenta tenía su lengua dentro de mi boca buscando la campanilla y dándome saliva cantidad. Mis manos estaban rodeando su cintura y amasando su culo. Ella había conseguido poner una de las suyas en mis pectorales y estaba pellizcando uno de mis pezones. Yo encantado.
    
    - ¡Que buena estás!.
    
    Yo soltando una frase que era todo poesía. Menudo panoli estaba hecho por entonces. Pero como ella tenía muy claro lo que buscaba no le importó e incluso recibió mis palabras con una suave carcajada.
    
    - ¿Nos ponemos más cómodos?.
    
    Como allí era imposible quitarse la ropa supuse que se refería a que nos sentáramos a tomar una copa.
    
    Nos retiramos a un rincón aún más oscuro con sofás para estar más cómodos y tranquilos. Y darle esquinazo a mis amigos que ya me habían visto bien acompañado. Todo sin apartar mis manos de su voluptuosa anatomía, ni las suyas de mi cuerpo.
    
    Ella pegaba su culo a mi pubis al caminar juntos notando lo dura que me había puesto la polla. Ya sentados se me pegaba como con cianocrilato haciéndome notar sus tetas poderosas en mi brazo y pecho.
    
    Notaba su mano acariciando mi piel, que no me quedaba más remedio que corresponder. Con mucho gusto por ...
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