1. La pantera y su hijo


    Fecha: 05/11/2024, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... supuesto. Ella había metido la mano por debajo de mi camiseta. Notaba suaves las yemas de sus dedos acariciando mi vientre y subiendo hasta el pecho para pellizcar mis pezones.
    
    Yo había conseguido meter la mano por debajo de su falda. Las medias terminaron pronto y mis dedos rozaron la piel de la cara interna de sus muslos. Segundos más tarde estaba acariciando el húmedo encaje de su tanga.
    
    Ella gemía en mi oído a la vez que lamía mi oreja y besaba mi cuello. Así que no debía de hacerlo mal del todo. Aparté ese escaso trozo de tela para poder deslizar los dos por la seda de los labios de su vulva. Sus jadeos incrementaron el volumen. A punto estuve de sacar la mano de ese horno para que no nos pillaran, pero mirando alrededor resulta que todo el mundo estaba haciendo lo mismo.
    
    Así que que continué con mi labor. Metí la lengua en su boca para ahogar sus gemidos. Cruzaba la suya con la mía lo más lascivo que había sentido nunca. Mientras dos de mis dedos entraban más en su xoxito. Parece que llegó a correrse por la forma en que me chupaba la sin hueso.
    
    Por supuesto ella no estaba quieta. También acariciaba mi cuerpo. Pasaba la mano por encima de mi dura polla. Pero claro no quería que eyaculara en mis calzoncillos. Así que solo lo manoseaba sin prisa. O deslizaba la mano bajo mi camiseta para pellizcar mis pezones con suavidad.
    
    Al cabo de un rato, tras su orgasmo, casi sin terminar las copas, lamiendo mi oreja, me propuso irnos a su piso. Yo, con las ganas de ...
    ... follar que tenía, no lo dudé ni un segundo.
    
    - ¿Nos vamos?. Podemos ir a mi casa.
    
    - Desde luego, estaré encantado de acompañarte.
    
    Nos despedimos de nuestros respectivos grupos. Algunos también habían encontrado compañía y se habían perdido ya. Nos fuimos a su casa comiéndonos la boca por el camino. No estaba lejos. Metiéndonos mano en cada portal y cada esquina, en la calurosa noche de agosto.
    
    En el ascensor ella agarró mi polla por encima del vaquero con la intención de no soltarla en el resto de la noche.
    
    - Tienes un bonito rabo. Pero quiero todo de ti.
    
    Y agarrando su poderoso culo le contesté.
    
    - Ya lo tienes.
    
    Por fin cruzamos la puerta de su piso. Mi camiseta y su falda desaparecieron nada mas cruzar la puerta. Su tanga de encaje negro que por fin pude ver y no solo tocar, era tan pequeño que apenas tapaba los labios de su coño depilado. De inmediato lo volví a acariciar, buscando el clítoris con el índice y metiendo dos dedos en el muy húmedo y caliente agujero.
    
    - No se te da mal hacerle un dedo a una chica. Veamos que tal se te da el resto.
    
    No sé como conseguimos llegar a su enorme cama. Me hubiera perdido por su casa si no me hubiera indicado el camino. Allí donde terminamos de arrancarnos la poca ropa que nos quedaba el uno al otro. Donde pude ponerle a cuatro patas para lamerle el coñito que chorreaba y su culo que me moría de ganas de follar.
    
    Estábamos tan calientes que no hacían falta muchos más preliminares, aunque claro que desde la ...
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