Lame rico, chupa delicioso y traga saboreando
Fecha: 08/11/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos
... mintiendo, esos no son besos sino una comida de almeja con todas las de la ley”.
- “Perdoname pero me venció la tentación”.
- “Ahora callate degenerado, seguí un poquito más ¡no puedo creer que me guste tanto y que sin embargo tenga que cortar! Por favor pará”.
No fueron tanto las palabras sino el tono de voz lo que me hizo frenar y mirarla extrañado cuando su voz me aclaró el porqué del pedido.
- “No te estoy rechazando, tenemos poco tiempo pues deseo preparar algunas cosas para recibirlo a tu hermano, y me sentiría mal si te dejara con las ganas”.
Y mientras hablaba me dio la espalda, sentada sobre los talones, los pies colgando del borde, las rodillas bien separadas, el torso sobre los muslos y la cabeza sostenida por las manos. Ya en posición siguió.
- “Ahora entrá hasta el fondo, lléname de leche y haceme berrear de placer”.
Y le obedecí, los gritos y ayes fueron testimonio de ambas corridas y, pasada la urgencia pasional, nos separamos después de un beso propio de dos personas que se aman.
Ese fin de semana me mantuve algo al margen para no entorpecer más la relación matrimonial y el domingo salimos a almorzar afuera. Íbamos regresando a casa cuando escuchamos una voz.
- “¡Eh, Roque!”
- “Hola Pedro”.
- “La sacaste a comer porque anduvo bien en la escuela?”
Nuria, que iba tomada del brazo, y yo miramos con intriga al interrogado que respondió con una seña equivalente a “Andate a la mierda”. El bromista, a modo de disculpa, ...
... siguió.
- “Los muchachos están en el bar de la esquina y preguntaron por vos pues hace mucho que no te ven”
A la muda interrogación mi hermano nos contó que, como mi cuñada aparentaba ser menor de edad, solían decirle en broma que, después de casarse, el jefe del Registro Civil le dio a Nuria una constancia para justificar su ausencia en la escuela primaria. Al aproximarnos al lugar de reunión de los amigos nos dijo que iba un rato a saludarlos y regresaba.
Ya en casa nos sentamos en el sofá de tres cuerpos a ver un programa de televisión. El hecho de que su marido, recién llegado, fuera a reunirse con sus amigos no le cayó muy bien, así que tenía el ánimo algo caído. Tratando de quitarle trascendencia al asunto le di unas palmadas en la mano, resultando un sándwich de cuatro capas, que obligó a disminuir la distancia y así quedamos casi pegados. Al volver a recostarme en el espaldar quedamos con mi izquierda entre las dos de ella y dedos entrecruzados descansando sobre sus muslos.
Así estuvimos un rato, mirando la pantalla con algún comentario, hasta que un movimiento reflejo de mi meñique izquierdo, entrelazado y sostenido por ambas manos de ella, tocó su entrepierna. Reaccionó con un leve sobresalto, levantando las tres manos pegadas, sin dejar de mirar el televisor para luego volverlas al mismo lugar, un poco más cerca de la unión de los muslos.
Lo que había sido un movimiento reflejo se convirtió en voluntario e intencional. El contacto siguiente fue igual que el ...