Definitivamente, el ser seminarista no era su destino….
Fecha: 09/11/2024,
Categorías:
Dominación / BDSM,
Gays
Autor: Martehijodejupiter, Fuente: SexoSinTabues30
Definitivamente, el ser seminarista no era su destino….
Cuando uno de mis clientes cumplió los veinte años, estaba a punto de ingresar al Seminario, aunque no tenía vocación alguna, lo pensaba hacer, porque sus padres ya lo habían decidido.
Por suerte sus padres, se fueron de viaje en un crucero por unos quince días, momento en que aprovechó para hacer cosas que él nunca había hecho, como salir de noche, acostarse tarde, y hasta atreverse a tomar una cerveza.
Pero lo cierto es que ni amigos tenía con quien salir, y tampoco tenía dinero como para entrar a un bar, y pedir una cerveza.
Así que se conformó con ponerse a caminar, por las calles sin rumbo fijo, pero cuando comenzó a anochecer, decidió regresar a su casa.
Fue cuando por pura casualidad, pasó frente a mi tienda, en la que su madre, acostumbra a comprar su ropa, justo cuando yo, iba saliendo.
Al verlo de inmediato lo saludé, y hasta le pregunté por sus padres, él me dijo que se encontraban de viaje, y así nos fuimos juntos caminando, y charlando.
Por lo que en cierto momento me comentó que, aunque no lo pareciera, en esa semana ya había cumplido veinte años, y que como estaba solo en casa, le había provocado salir a caminar.
Me alegré, y sin que me lo pidiera lo invité a tomarnos unas cervezas, para celebrar eso de inmediato aceptó con mucho gusto, pero de enseguida me comentó que él no tenía dinero, por lo que yo insistí en que él era mi invitado.
Así que nos fuimos a un bar cercano, pero ...
... apenas entramos, el dueño le dijo que no podía entrar, por lo que le pregunté la razón, y nos dijo. “No quiero que me cierren el bar, por dejar entrar a un menor de edad”.
De inmediato le dije. “Pues te equivocas, él es uno de mis mejores clientes, y estamos celebrando que ya cumplió los veinte en estos días.
Además, míralo bien, ya no es un niño, es todo un hombre, al tiempo que le dije que se diera una vuelta, lo que él de inmediato hizo.
Ignorando que yo, sin que él se diera cuenta, le mostraba sus nalgas al dueño del bar. Quien, riéndose, nos dijo. “Está bien, quédense. Pero eso si para consumir, no para quedarse viendo a la mesera”.
Así que nos sentamos en una de las mesas, y pedí un par de cervezas, y a medida que fuimos hablando de todo un poco, y preguntándole que si él tenía novia.
Me contó que sus padres no lo dejaban, por lo del seminario. Y así seguimos charlando, y bebiendo.
Luego de ya habernos bebido como cinco o seis cervezas, pedí la cuenta, y el del bar por cuenta de la casa, nos sirvió un fuerte trago, por lo que cuando salimos del bar, él se sentía sumamente mareado, tanto que hasta vomitó en el medio de la calle, ensuciando su ropa.
Pero cuando se vino a dar cuenta, en lugar de estar llegando a su casa, nos encontrábamos en mi casa, fue cuando fácilmente lo convencí, al decirle que mejor entrabamos primero a mi casa, para que él se limpiase, y descansara, y que no llegase borracho a su casa, no fuera a ser que alguna vecina lo viera, ...