AQUEL VIEJO PERVERTIDO
Fecha: 21/11/2024,
Categorías:
Gays
Autor: Lobato69, Fuente: SexoSinTabues30
... música de mi cel, pero él inmediatamente se me acercó y me vio de pies a cabeza. Sentí toda la mala vibra de su mirada, como si me hubiera desnudado con ella. Se puso como a tres pasos cerca de mí y me veía muy insistentemente de arriba a abajo. Empecé a ponerme nervioso y también apenado por lo que estaría pensando la gente alrededor. Traté de ignorarlo pero no podía, mi incomodidad iba en aumento. Como a la tercera estación subió más gente al vagón y él aprovecho para acercarse; no dejaba de verme, sobre todo mi cara y mis piernas. Mientras el vagón paulatinamente se iba llenando, yo comencé a respirar con dificultad por el miedo que empezaba a sentir; por ello también empecé a moverme de una forma extraña o al menos eso sentía. Él se acomodó para estar justo frente a mí; el vagón iba casi lleno así que ya no era tan evidente lo que hacia ese viejo.
Ahora el tipo estaba casi encima de mí, muy descaradamente. Entonces pasó algo casi increíble, como si estuviera planeado: hubo un apagón y el metro frenó bruscamente. El viejo aprovechó y se pegó a mí con rapidez. Yo sentí su pene picar mi muslo y luego subir a mi cadera, entonces empezó a restregármelo con rudeza de un lado a otro, llegando a chocar con mi pene flácido. En ese momento tuve un shock, como una punzada en mí ser, al sentir su miembro a media erección chocando contra el mío; dos penes separados por algunas delgadas capas de tela. Su verga madura con experiencia supo y logró tocarme íntimamente y me excito ...
... bruscamente. Esto fue cosa de algunos segundos, quizás un minuto; por lo oscuro nadie más lo notó. Inmediatamente la energía del metro se restableció, pero mi pene igual ya se había echado a andar; comenzó a crecer rápidamente y como no tenia nada con que ocultarlo fue muy notorio. Por supuesto el viejo se dio cuenta y la gente que nos rodeaba probablemente también. Yo no pude controlarme y empecé a sudar de lo incomodo que era esta situación. Por fortuna la pena hizo que se me bajara la erección.
Estaba a solo dos estaciones de bajarme y estar con mis amigos, cuando el señor me tomó del antebrazo con mano firme.
—No te preocupes, ven. —. Me indicó con firmeza.
Entonces me bajó del vagón, así sujeto como si yo no tuviera voluntad y fuera un simple objeto. Yo estaba muy turbado con una mezcla de nervios, vergüenza, miedo, incredulidad. No podía hablar mientras él me decía puras babosadas:
—Todos pasamos por esto, nene, y es normal; a todos nos hace falta o nos hizo falta vivir situaciones así vergonzosas, pero créeme que nos ayudan muchísimo —. Y bla, bla, bla…
Sus palabras me ponían nervioso, pero al mismo tiempo me excitaban El morbo venció a mi miedo. Juntos caminábamos por los pasillos del metro; él me llevaba del brazo como a una señorita. Cuando llegamos a las escaleras, él me soltó y empezó a recorrer con su mano mi cintura y casi mis nalgas. Yo era su mujer en ese momento, así me trataba. Salimos del metro sin que yo hubiera dicho una sola palabra. Ya en la ...