AQUEL VIEJO PERVERTIDO
Fecha: 21/11/2024,
Categorías:
Gays
Autor: Lobato69, Fuente: SexoSinTabues30
... calle, con voz rasposa y riéndose me hizo platica.
— Ya no estés nervioso. Dime ¿cómo te llamas, chamaco?
— César
— ¿Y cuántos años tienes, César?
— 16
— ¿Y a dónde ibas, César?
— Al zócalo
— ¿A qué?
— A un museo para un trabajo de la escuela. Oye, ya me tengo que ir.
— Mira, no tienes de qué asustarte ni ponerte nervioso. Nadie en este mundo puede juzgarte, solo tú. Y has lo que te dé la gana sin preocupaciones. Hoy yo le daré una hermosa cogida a esas lindas nalgas que tienes, bebé. Perdona que sea así directo, pero es la verdad y así es como se deben de ver las cosas. No pasa nada, hijo, ya verás.
Sus palabras fueron algo así como un gancho al hígado, me dejó sin aliento y sin saber que responder.
— Pero es que yo no…
— Tú no digas nada, así no te incomodaras.
Al salir de la estación Hospital General, echamos a caminar y recorrimos un par de cuadras. Yo seguía sin hablar y él llevándome en momentos de la cintura. Cuando ya estábamos lejos de las avenidas grandes y en una calle con poca gente, me dio una nalgada y yo le dije que no, pero sin ninguna energía. Fue como si se lo hubiera dicho a un árbol y él se rio. Para entonces me llevaba abrazado de la cintura y trapeándome todo el tiempo. De pronto dijo: “ya llegamos, nene”. Me sujeto por los hombros y suavemente me guio por la puerta de un inmueble ruinoso. Después me di cuenta que era un motel clandestino. Dentro, el viejo saludo amistosamente a una señora como de unos 45 años y le ...
... dio 100 pesos. Pasamos por un pasillo sucio y con poca luz y llegamos a una habitación del fondo. No se escuchaba ruido, solo a lo lejos el sonido de los autos pero muy tenue. Él abrió la puerta con la llave que le dio la señora y me metió acariciándome las nalgas; entro también y cerró con llave. Entonces me dijo: Ahora sí, bebé, eres todo para mí.
En el cuarto había una cama matrimonial destendida, una tele que parecía que no funcionaba, un armario estropeado, dos mueblecitos comunes y un baño sin puerta con sus mosaicos en decadencia. Las paredes pintadas de rosa pálido con acabados en verde; había una ventanita con cortinas deshilachadas que miraba a un patio lleno de tiliches. Ese lugar deprimía.
El viejo me recargó contra la pared y se pegó a mí. De nuevo empezó a restregarme bruscamente su duro pene sobre el mío aun flácido; recordé el momento del metro y eso me hizo ponerme duro también.
—No hables —. Me dijo al tiempo que empezó a abrazarme y acariciarme mis pelos —. ¡Ay César! Quién lo iba a decir, estás bien rico. Aaammmmm. Quién iba a decir que sí eres un putito dulce. Aaaayyy.
Entonces comenzó a besarme y a chupar mi cara y mi cabello. Iniciando en mi frente y luego pasó a recorrer mis mejillas; después bajo a mi cuello y donde me dejo unas marcas enormes. Me dolía cuando me los hacía, pero él me seguía chupando. También pasó por mis parpados y mucho se centró en mi nariz, la chupo y beso sin llegar a mi boca. Ya tenía casi toda mi cara mojada de su ...