El Príncipe y la Periodista 15 - Las Tribus 1 - Relatos Eróticos

El Príncipe y la Periodista 15 - Las Tribus 1

... en la tienda reservada a las esclavas no puedo evitar mirar a mi alrededor, parece más grande de lo que pensaba, aunque eso tal vez se deba a su escasa decoración, tan solo una mesa con varios platos de fruta y jarras de agua en el medio y nueve zonas con almohadas, aunque solo tres de ellas se encuentran ocupadas en estos momentos.

Las tres jóvenes tumbadas sobre las almohadas son auténticas bellezas a las que no puedo evitar mirar con envidia, dos de ellas son blancas con el cabello rubio y la otra de piel muy negra y brillante, seguramente por los aceites untados en su cuerpo. Las tres llevan sus tetas al aire luciendo con orgullo los piercings de sus pezones, piercings que como en mi caso distan mucho de los aros que llevan las esclavas normales, denotando el alto estatus de estas esclavas.

Las dos esclavas blancas tienen su coño afeitado al descubierto, y tienen su cintura y sus muslos envueltos por varias cadenas de oro que nacen y mueren en varios anillos que llevan perforados en los labios de su coño, la esclava negra lleva su coño cubierto con una falda cuero y muestra orgullosa la marca de su dueño grabada a fuego en su vientre.

Las tres esclavas se han incorporado al verme entrar, y me observan durante unos segundos, para luego como si no existiese volver a tumbarse en las almohadas, solo la esclava negra sigue mirándome y me dedica una sensual sonrisa.

Sin saber bien que hacer, me acerco a una de las zonas cubiertas con almohadas y me tumbo sobre ...

... ella, mirando al techo de la tienda intentando no pensar demasiado.

Por suerte quince minutos después una joven de las tribus entra en la tienda y se dirige hacia mí, cuando la tengo delante tengo que contener un grito al reconocerla, y ella tiene que hacer lo mismo al verme, se trata de Rania la joven nómada que conocí en palacio.

“Acompáñame esclava, Lady Nabila te quiere en su tienda;” me dice Rania agarrando la correa unida a mi collar.

Manteniendo la cabeza baja sigo a Rania hasta la tienda de Lady Nabila, encontrándola a ella sola cuando entramos dentro.

“Puedes saludarla si quieres;” le dice Lady Nabila a Rania. “Ahora entenderás todo lo que está ocurriendo.”

Rania se abalanza sobre mi y me da un fuerte abrazo. “Tengo que enseñarte todos los dibujos que he hecho;” me dice la jovencita. “Y pedirte que me compres mas cuadernos, tengo muchas cosas que quiero dibujar.”

Apartando el pelo de la cara de Rania, la miro y observo su rostro sin maquillaje, es una belleza con un enorme talento, que debería estar estudiando en una escuela de arte, no encerrada en una tienda en medio del desierto.

Ahora soy yo quien le da un fuerte abrazo, justo en el momento en que entra Caleb en la tienda.

“¿Pasa algo que me has hecho llamar?” le pregunta a su hermana sin apartar la mirada de Rania y de mí.

“He sido yo quien te ha hecho venir;” comenta el anciano que hemos visto antes entrando por la parte de atrás de la tienda.

Noto como Caleb va a replicar al anciano, ...